miércoles, 22 de noviembre de 2006

DERECHO


OTROS BLOQUES EN LAS MURALLAS DEL RECUERDO Y LA JUSTICIA (*)

Aunque la muerte es el más poderoso agente del olvido, éste no es omnipotente, porque desde siempre contra el olvido –en nuestro caso- de los desaparecidos, de los niños robados, los hombres han levantado las murallas del recuerdo, de modo tal que las huellas que permiten seguir su memoria conforman los signos más seguros de la existencia de una cultura humana” (Enrique Marí).


Como en el caso Simón –donde la Corte Suprema resolvió la inconstitucionalidad y nulidad absoluta de las leyes de punto final y obediencia debida-, las decisiones judiciales que declaran la inconstitucionalidad del indulto y la prisión para Etchecolatz –calificándolo de genocida-, han puesto otros bloques, en las murallas del recuerdo y la justicia, que valerosamente se levantan, contra la impunidad y el olvido.

Decía Marí que, hay un conjunto de comportamientos, de tomas de posición o de oposición de los distintos sectores de la sociedad que van suministrando el hilo con que se tejen la cadena de recuerdos que desembocan: en la memoria o en el olvido. La existencia de un sistema social impone necesariamente, una construcción conflictiva de posición-oposición, de debate ideológico.
El conjunto de comportamientos, de tomas de posición-oposición de los distintos sectores frente a los episodios que se desataron en el siglo pasado en la Argentina, es el que define la memoria histórica.

Entre las dictaduras, que se sucedieron en nuestro país, la del llamado proceso de reorganización nacional, produjo actos gravísimos -torturas, secuestros de niños, desaparición de personas, supresión de identidades, asesinatos, campos de concentración-, que afrentaron la condición humana y son calificados como delitos de lesa humanidad. De los que la Argentina, aún no ha podido reponerse, y sólo podrá hacerlo en el futuro, mediante la verdad y la justicia.
La impunidad de tales crímenes se hallaba sustentada, en las leyes de obediencia debida, punto final y los indultos.
La construcción de la memoria y la búsqueda de justicia, recuerdan aquellos actos aberrantes, y rechazan estos últimos instrumentos jurídicos, que intentaron generar olvido.
La cadena del recuerdo, que desemboca en la memoria, sin embargo, no ha podido ser interrumpida pese al paso de los años y a la opción mencionada.
¿Cuál es la razón básica por la cuál esta cadena del recuerdo se mantiene?
La respuesta, decía Marí, es transparente: la memoria está vinculada con la cadena del recuerdo y ésta con el aprendizaje histórico-social. La memoria permite incorporar como enseñanzas los fenómenos o episodios centrales que una sociedad ha experimentado, o ha sufrido bajo la forma del terror, quien al explotar los miedos y temores humanos se ha constituído siempre en fuente del poder espúreo. Con esta incorporación la sociedad puede generar sus mecanismos de defensa, predecir, evitar o paliar su repetición.

Reciclar la memoria, interpela una cuestión de racionalidad política: evitar que se diluya el significado de la vida civilizada puesta en riesgo.

A veces, dicho ejercicio es tan doloroso, como indispensable. Por ejemplo, recordar que en nuestra sociedad hubo campos de concentración. Esto lleva a pensar que, no puede haber campos de concentración en cualquier sociedad o en cualquier momento de una sociedad; la existencia de los campos, a su vez, cambia, remodela, a la sociedad misma. En los campos, era común la tortura. Lo que nos obliga, a pensar de manera diferente. Dice un filósofo argentino que, cuando se produce una ruptura en el devenir de la historia, ya nada vuelve a ser como antes. Luego de ese quiebre, la historia es otra historia. Por lo que, después de la ESMA, nuestra manera de pensar y escribir no puede ser la misma de antes .

Pero la cadena del recuerdo, y el aprendizaje histórico social, tienen otro eslabón: la justicia.
Destacamos la importancia de estos fallos, porque pensamos, que son casos en que el Derecho triunfa sobre el Poder. Dice Bayer, que el Poder es el enemigo número uno del Derecho. Porque a más Poder, menos Derecho. El Poder es violencia latente. Y, que el Derecho sólo vale entre iguales, entre no iguales, reina el Derecho del más fuerte.

Quiénes creemos en la igualdad –fundada en la diversidad- del género humano, vemos en estos decisorios, un triunfo del Derecho sobre el Poder.
El castigo a responsables de crímenes de lesa humanidad, es un acto de justicia. Ésta, exige que todos seamos medidos con la misma vara. Los criminales también. El castigo, a través de la justicia, no es venganza. El objetivo del castigo, es cortar el círculo vicioso de la violencia y defender el principio de la sacralidad de la vida humana. El castigo a los responsables de un estado criminal, servirá a la causa moral (humana y humanitaria), dice Bauman, si todos nosotros, emergemos moralmente ennoblecidos y el mundo que compartimos, éticamente mejorado. Si se ha elevado el horizonte de nuestra condición moral.

Finalmente, las murallas del recuerdo y la Justicia, tienen otros bloques. Recuerda Borges, que el emperador que edificó la muralla china, al mismo tiempo ordenó la quema de todos los libros anteriores a él, y conjetura que lo hizo, para que la nación olvidara su pasado. Por el contrario, nosotros, como sociedad, afirmados en la memoria y la Justicia, empeñaremos nuestros mejores esfuerzos, para construir esta otra muralla: la del recuerdo.

Héctor Hugo Boleso
Corrientes, noviembre de 2006
(*)-El texto completo de la nota que comenta el fallo “Vaello” –inconstitucionalidad del indulto-, puede hallarse en la Revista Científica del EFT Nº 18, www.eft.org.ar


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Comparto la exposición de Héctor Boleso de los dilemas éticos y jurídicos que se le plantean a una sociedad que quiere dar cuenta de un pasado de terrorismo de estado. A nivel general, la sociedad argentina ha vinculado la idea de democracia con la posibilidad de hacer justicia respecto de los crímenes de la dictadura. Y frecuentemente en la capacidad de no caer en la impunidad se ha jugado la propia legitimidad del sistema democrático, invirtiendo el clima de los ochenta donde la mayoría de los expertos igualaban juicios con peligros y desestabilización.
Personalmente no acuerdo con una identificación esencial entre recuerdo y justicia, pero es cierto que en el caso argentino -que hizo de la desaparición forzada de personas el instrumento clave del terrorismo de estado-, esto ha sido lo que estuvo en juego. Aquí, ya desde los primeros años de la transición, dos son los modelos que se enfrentan sin posibilidades de combinación: quienes proponen olvido y reconciliación son los que pretenden también eludir la responsabilidad por esos gravísimos crímenes o hablan de amnistías, quienes consideran que no se puede construir una sociedad democrática bajo la sombra de los centros clandestinos de detención, la tortura y las desapariciones, hablaremos de memoria, verdad y justicia.
Para quienes quieran profundizar en el tema recomiendo el siguiente blog, una bitácora del juicio al represor Julio Simón, caso también mencionado en el texto: www.memoria.cels.org.ar/

HECTOR H. BOLESO dijo...

Agradezco los comentarios de Ricardo Fava. Recuerdo, que La ChichaRRa Viajera Nº 4 –nov-2002-, cerca aún de la gesta popular de diciembre-2001; publicó un artículo 1. dónde preguntábamos a los lectores si pensaban posible una refundación Patria, basada en el olvido, la mentira y la impunidad? .
Proponíamos también ejercitar y construir nuestra memoria colectiva.
Dice bien Ricardo Fava: A nivel general, la sociedad argentina ha vinculado la idea de democracia con la posibilidad de hacer justicia respecto de los crímenes de la dictadura. En la nota citada decíamos, la memoria colectiva empieza a parecer como un camino pendiente, junto a la verdad y la justicia. Comenzamos a pedirle cuentas a nuestra democracia 2.
Ello demuestra que no es lineal la idea democracia=justicia. Es más, ha debido transcurrir 23 años –o más-, para que comiencen algunos juicios a los genocidas, y se dicten algunas condenas.
Quiénes vieron la película Botín de guerra, seguramente recordarán el testimonio de – al menos- dos Abuelas de Plaza de Mayo, en sentido de verse defraudadas por los gobernantes de la democracia, pues hasta fines de la década del 90, aquellas no habían tenido respuesta alguna, por parte de quiénes habían sido elegidos por el pueblo.
Por ello proponíamos –y proponemos- a quiénes nos leen, pensar en la construcción de la memoria como un ejercicio permanente, y en la memoria misma como un campo de batalla 3.
Otra reflexión crucial de Fava: Personalmente no acuerdo con una identificación esencial entre recuerdo y justicia, pero es cierto que en el caso argentino -que hizo de la desaparición forzada de personas el instrumento clave del terrorismo de estado-, esto ha sido lo que estuvo en juego.
Para pensar: nosotros creemos que lo contrario del olvido, no es la memoria. Sino la justicia 4. O por lo menos, en el plano cultural, memoria y justicia quedan identificados.
Citando a Schmucler, también propusimos la idea que la memoria es un hecho moral, y tiene sentido en medida en que esté presente de manera constante en nuestra vida cotidiana 5.

Héctor H.Boleso

Algunas reflexiones sobre el fallo en el caso Simón, pueden hallarse en Boleso, Héctor Hugo (2006), Derechos Humanos y Corte Suprema de Justicia de la Nación, Equipo Federal del Trabajo, Año I, Revista nº 11, págs. 3 a 22, www.eft.org.ar

1. Por la construcción de la memoria colectiva, La ChichaRRa Viajera nº 4.
2. ídem.
3. Forster, Ricardo: La memoria como campo de batalla, Revista Puentes nº 8, nov-2002, páginas 14-17.
4. La idea es de Yerushalmi, quién se pregunta: ¿es posible que el antónimo de “el olvido” no sea “la memoria” sino la justicia?, citado por Jelin, Elizabeth: La política de la memoria, Revista Puentes nº 4, jul-2001, páginas 72-91.
5. Por la construcción de la memoria colectiva, La ChichaRRa Viajera nº 4. Schmucler, Héctor: Una ética de la memoria, Revista Puentes nº 2, dic-200, páginas 40-44.