martes, 24 de agosto de 2010

ADIOS A FOGWILL.


ADIOS a Fogwill

El autor de "Los Pichiciegos", mantiene en esta última entrevista el fervor de su lengua a contrapelo de los lugares comunes.

Rodolfo Enrique Fogwill
Homenaje: la última entrevista al francotirador de la literatura argentina


Publicado el 23 de Agosto de 2010 en TIEMPO ARGENTINO
Por Diego Rojas

Poco antes de ser internado por la enfermedad pulmonar que lo llevó a la muerte, el escritor habló, provocativo como siempre, de su rechazo a la institución matrimonial y al casamiento gay, de los intelectuales y de la política nacional.

Fogwill se decide por un restaurant naturista en Palermo Viejo para la realización de esta entrevista. Pide sopa de verduras y jugo de naranja y zanahoria.



“¿Está más bueno, está light? –se pregunta el cronista–. Como Perón, ¿se podrá decir de Fogwill que se ha convertido en un león herbívoro?”. “De ninguna manera –asegura el escritor–. Como parrilladas tres veces por semana, es un acuerdo que tengo con mis hijos. Entonces los demás días de la semana me cuido un poco. Aunque en un momento fui vegetariano: empecé en julio y en marzo pesaba diez kilos menos. Era una bala, una luz en todo. Pero cuando empezó el invierno, temblaba, no había manera de parar el frío. Si dejás la carne, el vino y comés pescado, bajás de peso enseguida.” No se sabe, ni se sabrá, cuál de los elementos de su régimen nutricional es el que lo ayuda a mejorar su performance como francotirador.


El deporte preferido de Fogwill es disparar. Contra la cultura, contra las costumbres, contra la política, contra la sociedad. Un espíritu bien inclinado hacia la polémica, como se puede comprobar en sus columnas, intervenciones públicas y en la recopilación de sus textos de debate Los libros de la guerra. Y uno de los escritores de mayor potencia de la actualidad literaria argentina (y desde hace muchos años). Se puede comprobar recorriendo sus novelas y, también, sus Cuentos completos, editados el año pasado por Alfaguara. Disfruta de la sopa de verduras, como si fuera un león herbívoro, pero ni bien comienza el diálogo, empieza a disparar.

–La sociedad se puso a debate. Discute temas como el matrimonio homosexual. ¿Qué piensa sobre la cuestión?

–Rechazo tanto la movilización a favor como en contra de este tema. El matrimonio civil no es un derecho, es una obligación. ¿Dónde se vio un derecho que en realidad es la obligación de contraer un compromiso? ¿Vos querés casarte, realmente? ¿Cantabas el arroz con leche cuando eras chico? ¿Van a tener mejor sexo los gays una vez que se casen?

–Se trata de derechos. El derecho a la herencia, a que se pueda visitar a la pareja que se encuentra en estado terminal.

–Mirá, si vas a un escribano y hacés un hermosísimo documento, garantizás todo eso.

–Pero los heterosexuales no necesitan recurrir a ese escribano.

–¿Vos leíste la Ley de Matrimonio Civil? Es una institución que obliga a la convivencia. La institución matrimonial me parece una mierda. Punto. Ya lo decíamos con Néstor Perlongher, cuando empezaron a usar la palabra gay: de acá un paso a que quieran casarse con vestido blanco y bouquet de flores y se integren totalmente a la institución burguesa.

–La reacción está en contra del matrimonio homosexual.

–En realidad no es la reacción. Yo tengo cinco hijos, creo que todos han tenido relaciones homosexuales, eso debe ser un rasgo hereditario, pero ninguno se define como homosexual.

–¿Incluso el de 14 años?

–Y sí. Las pajas que se debe hacer con Messi. La verdad que no me interesa tener un hijo con definición sexual. Desde cuándo a la sexualidad hay que ponerle un patrón. Creo que, salvo la pedofilia, que le produce daño a los chicos, no hay ninguna sexualidad censurable. Lo censurable es que no quieran coger con viejos.

–En algún país nórdico se garantiza el derecho sexual de las personas de la tercera edad.

–¿Paga la obra social? Muy bueno.

–Hay quienes defendiendo posiciones libertarias, terminan expresando opiniones conservadoras. ¿Es su caso?

–Yo no soy un libertario. En el fondo debo ser medio fascista. Pero hablo de mí. Ni pensemos en los progres argentinos. Esos son superfascistas. Nada es más fascista que un progresista con poder. ¿Sabés lo que fue la Universidad de Buenos Aires en manos de los Montoneros?

–Un momento interesante.

–Fue un momento de segregación. De corrupción. Había unos antropólogos que acumulaban siete empleos en la Facultad de Filosofía. No sabés lo que eran con los opositores. “El que no salta es un gorila.” En el bar La Paz, sólo dos personas no saltábamos: Germán García y yo. Todos saltaban, pero de miedo. La Juventud Peronista era totalitaria. Y ni hablar del ERP. En Gaviotas blindadas, un documental sobre el ERP, uno de los militantes dice: “Nos cagábamos en los Derechos Humanos.” Frondizi, otro progresista en el poder, que a los seis meses implantó el plan Conintes para parar una huelga petrolera. Apoyado por el Malena, claro.

–¿Considera que los progres están en el poder?
–No, por supuesto que no. Este es un gobierno de derecha. Un gobierno pragmático, de acumulación de poder. Tomó un montón de medidas que consiguen adhesiones, pero no votos. A la hora de votar, la imagen del avaro que brinda Kirchner, a cualquier tipo de clase media, lo inhibe y busca un símil. Y vota un Giustiniani, un Sabbatella, un Pino Solanas.

–Sin embargo, usted planteó que, ante el estado de la oposición, Kirchner ganaría en 2011.
–En este estado de cosas, Kirchner va a ganar. Si Proyecto Sur prospera, Kirchner no va a ganar en primera vuelta, pero sí en la segunda. Proyecto Sur le va a sacar votos al alfonsinismo o a Carrió y a toda esa mierda, y esos votos son los que le van a faltar a Kirchner para ganar en la primera vuelta. Pero en la segunda, puesto contra la pared, ¿qué vas a votar? ¿Alfonsín versus Kirchner? ¿Cobos, versus Kirchner? ¿Binner versus Kirchner? Prefiero lo auténtico. En 2005 dije que era un gobierno de derecha, porque no tenía un programa. Pero siguen teniendo una gestión de derecha. Pensá en la legislación laboral. Si sos peronista, deberías recuperar las leyes peronistas de 1975. El sábado inglés, domingo libre y la Ley de Contrato de Trabajo.

–Entre los diputados K se encuentra Recalde, un abogado laboralista prestigioso.
–“Está Recalde”. ¿Qué argumento es ese? Es como si me dijeras: “Está Hebe de Bonafini, que tiene hijos desaparecidos”. Asumieron en 2003, hace siete años. Y todavía no pudieron hacer una política agraria.

–¿Qué piensa sobre la Ley de Medios?
–En el espíritu, me parece bárbara. Pero cuando la leí, me sorprendió lo mal redactada que estaba y lo poco eficiente que era. Es una máquina de crear más y más empleo para tecnócratas.

–También abre nuevos medios en las provincias.
–Esos nuevos medios no van a vender.

–Ahí debería intervenir el Estado, para garantizar el espíritu de la ley que propuso.
–El que pensó la Ley de Medios la pensó como un mecanismo de control social y no como un mecanismo de progreso. Estamos en un sistema en el que el noventa por ciento de las decisiones se toma en referencia a la televisión. Así que no sé por qué se arma tanto quilombo en torno a los medios gráficos. Pero tienen un rol en el lugar de la insidia política, no en el de la formación política. Forma más política el “Gordo” Lanata que La Nación y Clarín juntos. La gente se moviliza por Lanata, no por los editoriales de esos diarios. El pensamiento político es una manifestación de materia gaseosa. ¿No sabés que no existe la gente de izquierda y la gente de derecha? Nada más progresista que un derechista amortizado. Le garantizas que no tiene problemas y se hace progresista automáticamente.

–Clarín...
–Ese es un caso judicial, no es un caso para tratar con la Ley de Medios. Acá hubo un crimen. El gobierno tiene que actuar. Tomar una decisión y actuar.

–También existen leyes.
–Kirchner jamás se preocupó por la legalidad ni por la limpieza moral. Cosa que no censuro. Stalin también tiene un manto de inmoralidad, pero no me parece un tipo que fuera reaccionario. Yo no suscribo al pacto democrático.

–¿Qué cosas positivas tiene el gobierno de los Kirchner?
–Bueno. Hay un consenso general que lo de la corte fue una buena medida y hay otro consenso de que lo de los Derechos Humanos fue correcto, y me parece que no tanto. El Museo de la Memoria está al pedo porque no tiene público ni va a tenerlo jamás. Está en sándwich entre dos avenidas de paso y a ninguno de los vecinos de la zona les interesa. Sólo se puede llenar obligando a los colegios a llevar a los chicos. Y todos los cargos públicos que se crearon alrededor de eso...

–Allí funcionaba la Escuela Mécanica de la Armada…
–Una institución que construyó nacionalidad y formó durante cien años mecánicos.

–Y que construyó un campo clandestino de detención.
–No fue la ESMA: fue el gobierno cívico militar de Martínez de Hoz. La gente sigue diciendo que la guerra sucia es responsabilidad de las Fuerzas Armadas solamente.

–Se está juzgando a Martínez de Hoz.
–Me parece muy bien. Y que se juzgue a todos: hay muchos más civiles cómplices. Me pregunto por qué no se detuvo a Martínez de Hoz en 2004. Porque no necesitaban estos votos. Ahora los precisan y lo hacen. Lo mismo que la presión para acelerar el juicio a la vieja secuestradora de la Noble.

–Si fuera así, no se podría negar que son medidas interesantes, más allá de las causas.
–Pero son mínimas en relación a la entrega del petróleo y en lo que hace a la parálisis económicas del país.

–¿Kirchner no promueve a cierta burguesía nacional?
–No, para nada. Aunque Kirchner es procapitalista. Él mismo es capitalista. Es un explotador de trabajadores y un usurero. La concentración capitalista en la Argentina sigue avanzando a una velocidad impresionante. A la burguesía nacional Menem la sumergió pero le dio, por lo menos, algunas alternativas de escape globales. Acá sólo hay alternativas sectoriales. El primer acto exterior que hizo Cristina Kirchner fue ir a visitar a Volkswagen de Alemania. Esto demuestra por qué hay un repunte de la actividad automovilística, porque es un negocio de integración y subordinación económica con Brasil. Este país no va a ser una provincia de Brasil, sino un municipio del estado de San Pablo.

–Hay incremento de la producción, aumento del empleo.
–Todo eso agradecéselo a Remes Lenicov y a Duhalde: son los efectos de la devaluación. Pero está bien, veamos. Está la queja por la corrupción. La gente se horroriza: yo no. La corrupción no es tan grave ya que no representa ni el dos por ciento del ingreso nacional. Cualquier recorte de potencia de ingresos afecta al 10 o al 15%, desde la reforma agraria o esa participación obrera de las ganancias que plantea Recalde. Pero ojo, no lo hace de buena fe sino porque es de la patota sindical. Cuando se haga eso, atrás va a ir un aparato burocrático de los gordos de la CGT. Entonces, no vas a tener control obrero sino control de Moyano.

–Entonces, ¿qué va a hacer en 2011?
–No sé, porque últimamente no voy a votar: me olvido o no quiero. Pero si yo fuera un ciudadano normal y tuviera que hacer un trámite y me pidieran el DNI, llegado al cuarto oscuro, viendo la película de terror que sería Solá o De Narváez o esos otros que actúan la película de terror, votaría a Cristina.

–Pero va Néstor de candidato.
–No, da más votos positivos, pero suma muchos negativos: no llega. Se va a reelegir a Cristina. De acá a fin de año vamos a ver la fuga de medios, figuras y empresarios hacia el kirchnerismo. Y vamos a ver cómo juegan los que apañan este sistema: Lula, Obama, que no van a apoyar a ninguno de los candidatos de la oposición, pero que le van a poner condiciones a los Kirchner.

–¿Reverdece la intervención política de los intelectuales?
–Eso no existe. Andá a los centros donde se piensa: no aparece nadie interesante al que le interese este tema. Ninguno hipotecaría minutos de su vida en apoyar al kirchnerismo o a la oposición. Para un intelectual la política es terreno minado, te chupa. Si vos te metes en un proyecto político, te paraliza, te saca la energía, te roba el tiempo. (Beatriz) Sarlo interviene porque ha devenido en ensayista paga y en periodista, entonces tiene que mantener su régimen de tres columnas por semana y al final siempre dice lo mismo.

–Usted también publica sus propias columnitas.
–Es distinto porque yo no soy polivalente. Tengo una columnita, me alcanza para comer y chau.

–¿No es parte del rol de los intelectuales la intervención en la cosa pública?
–Los intelectuales son prescindentes. Si se murieran todos los intelectuales de Carta Abierta, no habría ninguna pérdida para la Argentina. Sólo perdería un gran administrador la Biblioteca Nacional.

–¿No piensa que es importante Horacio González como intelectual?
–Sí, pero ya hizo su obra, aunque me dijeron que su último libro es muy bueno. El de Perón era bueno. De todos modos, no es un tipo que aporte a la toma de conciencia en la Argentina. Pero González es el responsable del triunfo de Cafiero, sin él eso no hubiera ocurrido. Y mirá qué gracioso, de ahí surgió Menem.

–¿De Sarlo qué opina?
–Tengo serias disidencias con ella, pero la supervaloro. Por otro lado, hizo Punto de Vista. Punto. Todavía Horacio González no hizo Punto de Vista. Hizo Unidos y de ahí salió el Chacho Álvarez. Punto de Vista tiene, intelectualmente, un valor mucho más grande. Sin compartir ninguna de sus posiciones. Ellos eran el bloque socialdemócrata alfonsinista. Pero el intelectual no tiene el rol que tuvo en algún momento. El mundo volvió a Weber. No sirven los intelectuales. ¿Qué aportó Carl Schmitt al nazismo? Mucho más aportó Werner Von Braun con el B–52.

–Schmitt aportó herramientas que se siguen usando. Con ese razonamiento, habría que preguntarse qué aportó Marx.
–Son diferentes momentos. Él se fue a ofertar a la clase obrera como aquel que le iba a dar sentido a sus luchas. Son distintas condiciones.

–Usted tuvo una formación anarquista y trotskista.
–Ojo, estuve en dos organizaciones trotskistas, pero nunca fui trotskista. Siempre me cayó muy mal la figura de Trotsky. Siempre preferí la figura de Stalin.

–Raymond Molinier, un íntimo camarada de Trotsky, fue suegro suyo.
–Él me iluminó, porque él vivió muchos años con Trotsky. Trotsky no permitía que se usaran malas palabras. Estaba contra el pensamiento de Jakobson, cuando Jakobson tenía 18 años. Acusaba a los formalistas de bohemios en los bares. No me seducía la figura de Trotsky, un señor que iba al frente del Ejército Rojo en su vagón privado con un cocinero francés.

–En una de sus columnas hizo una crónica sobre la movilización por la Ley de Medios. ¿Comenzó en ese momento un cambio del humor social?
–Sí, un cambio radical. Esa movilización tuvo un alto porcentaje de auténticos, pero no fueron los llamados por 6, 7, 8 sino los asqueados por la oposición. Esta gente de clase media hasta debe tener una antena para las encuestas. Ve un clima de opinión, un cambio, y como no tiene cómo oponerse, porque la oposición es un desastre van a manifestarse públicamente.

–¿Cómo se definiría hoy en el campo del pensamiento?
–Hasta que me enseñen una teoría mejor que la del materialismo histórico, voy a seguir siendo marxista. Las otras me parecen que hacen agua. O son tributarias de filosofías que hacen agua. Pero para tener un discurso verosímil tenés que usar las categorías de la opinión pública. Trato de usarlo lo menos posible, pero para que me entiendan. <



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