URIBE O EL DRAMA DE HAMLET-
por Germán García (*)
Los intereses de los actores (en sordina, Francia / EE.UU. y el grupo de los países iberoamericanos) serán analizados por aquellos que disponen la información, de esa que se "desclasifica" cuando ya no tiene ninguna fuerza sobre la realidad efectiva.
Pero quiero hablar de otra cosa, del lenguaje que deja entrever lo que Hegel llamaba "las pasiones" que sirven a la historia, sin que los actores lo sepan.
Empecemos por Emmanuel (nombre que remite a la presencia de Dios) como fruto que surge de fuerzas antagónicas: la reconciliación encarnada, el amor que traspasa los intereses opuestos-y los funde en algo superior y superador. Desde Cristo, pasando por Juana de Arco, la heroína de Metrópolis y Eva Perón en La pródiga, la mediación de alguien inocente se propone en su función mítica: suprimir las contradicciones.
Pero tenemos un héroe moderno
"Es difícil para Uribe desear el mismo final que quería Chávez;
sería el triunfo de los asesinos de su padre" que es la contrafigura, me refiero a Hamlet. Se ha encontrado con el fantasma del padre asesinado, sabe que tiene que vengarlo, pero no puede. En el trasfondo existe una contradicción política entre la monarquía constitucional encarnada por el tío asesino y la sucesión por sangre que representa Hamlet (así lo lee Carl Schmitt).
"Es difícil para Uribe desear el mismo final que quería Chávez;
sería el triunfo de los asesinos de su padre" que es la contrafigura, me refiero a Hamlet. Se ha encontrado con el fantasma del padre asesinado, sabe que tiene que vengarlo, pero no puede. En el trasfondo existe una contradicción política entre la monarquía constitucional encarnada por el tío asesino y la sucesión por sangre que representa Hamlet (así lo lee Carl Schmitt).
Pero en el primer plano, para Hamlet, está este dilema de la venganza que debe a su padre, que su padre le exige desde el más allá.
Para Uribe, como para Hamlet, "Emmanuel" no es el mediador de una reconciliación divina. Su respuesta, como pudimos escucharla, era hacer aparecer la incertidumbre sobre la identidad del niño y del padre del niño. Se valió de un informe detallado que podía pertenecer a cualquier niño de esta edad. Por momentos; la seguridad con la que hacía repetir parte del informe parecía estar sostenida en una certeza: ese niño era el propio Uribe, aquel al que las FARC le había matado al padre.
Era difícil para Uribe desear un final como el que deseaba Chávez y quienes lo acompañaban de buena voluntad, porque era desear el triunfo de quienes habían matado a su padre (ya que las FARC lograban resonancia internacional), el triunfo de Chávez que lo había desafiado como Fortimbras a Hamlet y
se movía con mayor autoridad que Uribe, hubiera sido el triunfo de la "sensibilidad" política que intenta combatir.
se movía con mayor autoridad que Uribe, hubiera sido el triunfo de la "sensibilidad" política que intenta combatir.
De haber salido todo bien, Hamlet lejos de vengar al padre habría trabajado para aquellos que lo mataron. De haber querido desbaratar de manera abierta la mediación de Chávez podría haber entrado en el infierno de Bush Jr., que al intentar emular la política militar de su padre llevó a
URIBE.
Debe lidiar ante la historia con el fantasma del asesinato de su padre.
los EE.UU. a una posición que bien podría resumirse con la paráfrasis de una frase de Dante en cada aeropuerto: "Qué pier:da toda. esperanza quien entra aquí”.
los EE.UU. a una posición que bien podría resumirse con la paráfrasis de una frase de Dante en cada aeropuerto: "Qué pier:da toda. esperanza quien entra aquí”.
Quizá en el futuro habrá lugar para una versión, que parece estar latente, de Romeo y Julieta, por ahora la incertidumbre sobre el padre de Emmanuel y el dilema de Uribe con su padre muerto se presta a una versión actual de Hamlet. Pero no tenemos Shakespeare, y el ADN no podrá anular lo ya dicho. Cualquiera sea su resultado.
* Psicoanalista y escritor
FUENTE: REVISTA PERFIL , domingo 6 enero 2008.-
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