jueves, 21 de diciembre de 2006

PSICOANALISIS




Abzurdah
-en un cuerpo que goza-



Abzurdah – La perturbadora historia de una adolescente
1 es el primer libro de la joven platense de 21 años Cielo Latini. El mismo, publicado en Agosto de este año, ya va por su segunda edición. Éxito en ventas, su foto ya forma parte de numerosos blogs, los adolescentes la leen con avidez y la adoran. No es un detalle menor que la prueba de ese libro haya sido el armado de un sitio llamado mecomoami, el cual en un mes llego a tener más de tres mil visitas. Esta pagina pro anorexia fue la oportunidad –dice la autora- “de enterar al mundo de que hay maneras diferentes de ver las cosas, de que no todo es tan absoluto y que los límites nunca están tan delineados. Saberme ayudando a miles de chicas para mí era algo positivo. Miles de chicas no podían estar equivocadas”.
¿Por qué una comunidad de anoréxicas no era una idea absurda? Porque “¿quién puede saber más de anorexia que nosotras, las propias anoréxicas?” Es decir, el saber que otorga el pasaje por una experiencia (y en la lista podrían incluirse alcohólicos anónimos, mujeres golpeadas, etc.) tiene un valor más cercano a la verdad que el saber médico, psiquiátrico o psicológico sobre la misma. ¿Testimonio o provocación? Al lector le toca decidir, y así se lo invoca en el prólogo del libro. El caso de esta “adolescente perturbada” arranca entonces haciendo pie fuertemente en lo mediático.
La historia bien podría ser el guión de una película testimonial, aunque si estuviera en manos de Sofía Coppola seguramente le sacaría todo el tinte melodramático y top-model de la protagonista (pensemos en la magnífica Vírgenes suicidas). Una niña precoz, educada en una familia acomodada de La Plata, hija mayor de tres hermanos, alumna brillante en el colegio, se sentía “escandalosamente gorda”. No tenía amigas y su único valor era ser el orgullo de sus padres. Era pues la excepción a la norma: “No soy normal. Esa soy yo: quien excede los límites de lo normal, y no siempre para bien”. Su nombre también contribuye a la excepción –Cielo- y ella misma juega con él para devenir luego en Clara, Hiedra o Lágrima en las numerosas cartas, mails y manifiestos aportados como testimonios de su transformación. En un viaje familiar, una pelea con sus padres la lleva a dejar de comer. "Mi manera de llamar la atención fue dejar de comer. Para ese entonces nunca había imaginado la delgadez como aliada, sino como un sueño inconcretable”.
Sin embargo, será el deseo por un hombre y la decepción amorosa lo que la lleve a esta púber talentosa y presumida a la debacle anoréxica: “el amor te vuelve un bebé, te deforma, te consume, y si no es sacrificado, si no es sin sufrimiento, no es amor”. Estamos entonces frente a un desencadenante claro y preciso: un amor puro, un amor incondicional que en su fracaso deja como resultante el sacrificio extremo. Alejo es el destinatario de este amor (un joven nueve años mayor que ella) al que conoce un día en el chat y con el cual comenzará un intercambio epistolar y, más tarde, una relación pasional. Poco a poco se irá consolidando como su único pensamiento y como objeto de odioenamoramiento: “¿Cómo se puede amar y odiar a una misma persona? Bueno, es fácil de responder a eso. Alejo fue un estafador”. Con él conoce el placer sexual, con él supone un embarazo al que nombra Ursula, con él conoce “el abandono y el rechazo al reemplazo”.
La bulimia es en este caso la entrada a la anorexia y lo que funciona a modo de calmante: “al vomitar experimenté una descarga que no había sentido antes, de manera extraña una acción desagradable me llevó a sentirme bien”. El cuerpo como máquina alimenticia pero también canibálica es el soporte de la felicidad ansiada luego de la desdicha amorosa, donde esta en juego una voluntad irrefrenable de goce: “decidía vomitar y sacarme las porquerías que tenía adentro”. Luego, la carrera hacia la delgadez (ahora sí una aliada) no llegaba a concretar el objetivo: acaparar la atención del amado. Como contrapeso del amado estafador se hizo presente la voz-diosa Ana, nombre compartido por la comunidad pro anorexia al modo de una mística colectiva : “¿Por qué ser pro Ana? Ser pro Ana es un DERECHO, porque tenemos derecho a elegir”.
En el caso de Cielo Latini, esta santa patrona de las anoréxicas “pasó a ser un estilo de vida y de allí mutó en mi aspiración final. Ana me castiga y me insulta cuando me castigo y me insulto yo misma. Si Ana ve que estoy siendo justa con mi persona, entonces me recompensa”. Luego de una delgadez extrema a causa de “comer nada” el “goza” superyoico exigió aún más: intentos de suicidio, automutilaciones. El límite finalmente llegó con una internación, medicación y un tratamiento analítico. Sin embargo, la escritura que siempre estuvo como recurso -“siempre tuve ese rollo, esa obsesión: escribir. Escribir cualquier cosa que me venía a la mente. El papel es prudente. El papel no te es infiel, no te caga, te deja ser”- fue el verdadero freno salvador.

Contar la experiencia de un amor desdichado y de un cuerpo que goza en la anorexia, con el beneficio secundario de la fama mediática (ser entrevistada por la prensa, almorzar en televisión con la diva de los almuerzos) no es un logro menor. Abzurdah es el testimonio de una transformación: la una desilusión amorosa en una causa justa para traspasar los límites saludables de la masa corporal.-

1 Cielo Latini, Abzurdah – La perturbadora historia de una adolescente, Ed. Planeta 2006.

Ver texto completo leído en las jornadas de la Asociación de Psicoanálisis de La Plata, nov.2006“Cuerpos afectados por el lenguaje” en:
www.aplp.org.ar

Fátima Alemán
(La Plata, Diciembre 2006)

foto de Alan Legal, en: www.alanlegal.blogspot.com

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