miércoles, 15 de septiembre de 2010

Los cuatrocientos golpes -sobre el pueblo mbya-


Lutarco Lopez, Comunidad mbya guarani Mbarigui, Caazapa, Paraguay.
"Todo esto era monte... y en el arroyo cantaban los sapos, ahora los insectos viene hacia nosotros, como el veneno de los campos menemitas"



La crueldad retorna en el país mbya.

Escribo sobre un breve viaje al país de Leon Cadogan, aquel retratado en el Avy Rapyta -los cantos sagrados de los mbya guarani del Guayrá- y en el libro Ywyra ñe´ery , "Fluye del árbol la palabra", que trascribe testimonios de esa cultura incluyendo fotografias de Bartolomeu Melià.
En ese texto hay una imagen del entonces joven Lutarco Lopez tocando su flauta; con el fondo de la robusta selva paraguaya a fines de los 60... era el reino antiguo de las ñe´é porá “las divinas palabras”.
Ahora: el golpe mortal a los mbya en su selva desbastada.

Un ojo vé a veces lo que ya no se puede contar. Seriamos cómplices de un genocidio si se hiciera solo ecoturismo. Se trata mejor de pensar una política, cuando se capta que los pueblos originarios fueron despojados –es la dimensión del “tener” una propiedad, por ellos no desconocida pero sí desplazada a otra mas ancestral, la de “ser un pueblo elegido para vivir como siendo el kaa´guy (monte)” -como derecho vital- y sobre todo el de ejercer sus espiritualidad en actos reales, como su tekoha, su modo de ser incluido en la existencia de los árboles, por ejemplo.

El pueblo de "Campo 9" florece de bancos privados y carteles de agroquímicas, tambos de leche, silos de soja y plata rápida. Ahi, la Colonia Menemita Southerfield del Km 225 (ruta 7 -Caaguazu) nos recibe con un cartel de "Propiedad Privada", dispersas casas de jardines y una estación de nafta propia. Captamos el nuevo dominio extranjero sobre el indígena en el espacio del territorio ancestral donde fuera refugio de los guaraníes. Pero el monte virgen es ahora un horizonte cultivado al ras, sin árboles en pie.

Es que la fuerza de la Comunidad menemita basada en el trabajo extremo que recibiera tierras fiscales hace mas de cuarenta años por la dictadura de Stroessner, golpea. Se cierra mortal como un escarabajo con sus trompas sobre el territorio sagrado del Guayra al cultivar miles de hectáreas de trigo y soja transgénica gracias a Cargill y Monsanto padrinos de malformaciones congénitas.

Lutarco eleva sus brazos pidiendo bendición. Nos explica sobre su arroyo antes lleno de peces y cantos del Kururú (sapo) remedada ahora en su agonía por este opygua (shaman), de la comunidad de Mbarigui, formada por 36 familias y casi 400 habitantes.
El mismo ser que fuera retratado feliz con su flauta a sus 18 años en aquel libro de Cadogan, ahora tiene mas de sesenta y ya participó en la confección de la nueva Constitución paraguaya en los artículos que reordenan los derechos aborígenes.

Pero hay urgencia. Es que el arroyo donde bebían el agua esta al lado del campo menonita y quedó como una lágrima seca, contaminado por agroquimicos -el temible glifosato- que dejan su huella en las manos que faltan de los niños recién nacidos con facomelia y malformación craneal (mutilaciones producidas por alteraciones congénitas causando una intoxicación fetal).
¿Nuestros niños desaparecerán como esos peces? Sospecha Lutarco, y otra vez mira el cielo opacado por la Tatachina, esa bruma que no es ya curadora sino signo del de campos quemados sin el principio de la roza.

Captamos imágenes de un documental futuro, la imagen en sus mil palabras; se rompe por la lágrima con el aguijón de Mbariguí. Lutarco en su "Arandu Yma" -la "antigua sabiduría" de los sacerdotes que juntan la medicina con la religión- entra en la oración. Su trance lo eleva a puro acto de palabra, porque sabe de las Ñee-porá, las eficaces bendiciones que envía Ñanderú para transferir al pueblo la verdad de la naturaleza que el guaraní dejo como prenda que debe cuidar con su cultura.

Aun hay ese saber antiguo del Yvyra icha "dueño de la vara insignia". Hay estrategia de espera con el juruá (blanco): “hace cuatro años que las negociaciones con nuestras vecinos están mejor”-dice-. El hombrecito se erige enorme como un cedro que segrega savia. Toca con su palabras, nos baña de una estrategia justa para responder y sobrevivir a la política blanca. Jamás estaría de acuerdo con las economías sustentables de explotación intensiva basadas en la destrucción sin escrúpulos y un progreso económico a costas de la extinción de los mas humano.

Ese mismo día en el correctísimo periódico ABC los crímenes de narcos son atribuidos al EPP y de paso también a las FARC, que sonríe entre las sombras; mientras una avioneta sobrevuela "los campos del señor" rociando su veneno sobre un niño mbya.
Lutarco y su pueblo resisten, aún.-



Enrique Acuña

Asunción, Paraguay; 13 de septiembre de 2010.-

(Especial para La Chicharra Viajera)

No hay comentarios.: