jueves, 21 de octubre de 2010

Entrevista en revista Posdatas :ARTE Y PSICOANALISIS

Gioconda de Marcel Duchamps - ¿un dadaismo inquietante o parodico?






ARTE Y PSICOANALISIS

"Fabricar el hueco justo donde un fantasma se
duerma y se despierte al mismo tiempo"

-Entrevista a Enrique Acuña- (*)


Por Lic. Paola Boccalari.

revista posdatas http://www.posdatas.com.ar/posdatas1.pdf






¿Qué es el arte para Ud.?

Es una pregunta bastante amplia que permite
explayarse. Me atengo a los efectos del arte
que me enseña el psicoanálisis. Una obra universal,
por ejemplo la sonrisa de la Gioconda, es lo
suficientemente enigmática como para generar efectos
singulares en un espectador boquiabierto.


Eso depende del juicio estético (Kant) y del placer
que se obtiene gracias a la fantasía (Freud). Cada
observador lee el cuadro con su propio vocabulario,
es decir con una máquina descifradora que le permite
explicar el rasgo que se detuvo en ver. Pero ese
labio levemente desviado que simula un goce, también
puede generar rechazo.


Podríamos decir que hay un arte pleno y uno
vacío. Lo “pleno” es esa sorpresa que nos deja estupefactos,
-la imagen mediática- es la admiración ante
la maravilla, nos adormece. Por otro lado está el arte
del “vacío” -las palabras enigmas- que permite despertar
a lo inquietante.


Eso sería el arte: la acción de fabricar el hueco
justo donde un fantasma se duerma y se despierte al
mismo tiempo.


En ambos casos la imagen del cuadro o la letra literaria,
ciegan una nada, abren un espacio intersticial que
es intencional. Ese detalle llama a una interpretación.
En el efecto de anamorfosis (de perspectivas
dónde se des-oculta un objeto), el cuadro es una
trampa para cazar miradas -plantea Lacan- para
subrayar ese “pleno-vacío” que convoca al público de
una exposición. Hay una mirada de alguien sobre un
objeto que brilla.


Ese sujeto dividido ante la maravilla,
intercambia sus afectos. Luego, existe un mercado
económico que se encarga de darle valor de cambio
a ese cuadro que gusta y cuesta tanto, se distribuye,
se consume, etc. (El Arte según Lacan de
Francois Regnault)


¿Sucintamente nos podría especificar cuáles
son las convergencias y divergencias entre psicoanálisis
y arte?


El psicoanálisis, desde Freud, usa el arte como
detalle que permite demostrar que el inconsciente
trabaja sobre un vacío. En ese sentido un sueño que
diga la verdad del soñante, algo que era secreto e
imposible de decir, puede ser la mejor obra de arte
de un neurótico.



Habría que diferenciar “el arte” de “el artista”. El
artista nos lleva la delantera (al psicoanalista) porque
trabaja de primera mano con lo que su inconsciente
emerge, sin pasar por el diván. Tal vez por eso algunos
artistas temen al psicoanálisis, creen que si lo
dicen dejarían de fantasear las cosas que causan su
arte, o perder una supuesta originalidad.


Esa es la convergencia: el artista nos enseña algo
de las formaciones del inconsciente. Sabe operar con
sueños, chistes y síntomas en la medida que su creación
muestra en un objeto imaginario que hace lazo
simbólico con otros.



La divergencia es que el artista cree poder curarse
solo con su arte, entonces no llama a otra interpretación
que no sea la que ya hizo su inconsciente.


Ejemplo James Joyce que logra con la escritura una
posición cínica y cómica con el lenguaje; él domina
sus neologismos al punto de ofrecer su Ulyses a
que la Universidad lo estudie por un siglo.


Los artistas son sobrepasados por lo que hacen;
como los analistas por su acto. El arte es ex_nihilo, surge
de nada, pero es algo. Eso genera algunas veces una
invención, como es el caso de las vanguardias.


Ud. es el Director del documental “La Bruma
-Tatachiná-“; allí se narra el conflicto cultural
entre comunidades guaraníes de Misiones y los
valores de nuestra civilización. ¿Qué fue lo que
lo llevó a realizarlo?, ¿Qué quiso demostrar?



Si, Tatachiná es una investigación de varios años
que cabalga entre el psicoanálisis y la antropología.
Estudia el lenguaje olvidado de los originarios. Como
todo documental recoge testimonios verdaderos de
sus protagonistas. Eso funciona como disparador: en
cada proyección hay una mesa debate –como si
fuera un “comité de ética”, un guardián de la opinión
común cuando estamos en la época que el gran Otro
ya no funciona.



Aquí se trata de una lengua fundamental que los
guaraníes guardan como secreto de curación en el
caso de ese niño, Julián.



El sacerdote reproduce la bruma de dios con el
humo de su pipa que trasporta las Ñeé porá: las bellas
palabras de un dialecto ancestral que “los blancos cristianos
jamás podrían entender, porque no creen en
nuestro Dios”.


El saber fragmentado se reúne en el
personaje del sacerdote-médico que “cura y reza” con
cierta eficacia simbólica. Hay esa potencia pero a la
vez queda lo imposible de traducir.



Es un relato poético de mitos y rituales que llevan
en su disparidad a una guerra de creencias. Creo que
a veces el cine puede trasportar ese vacío del arte. En
este caso demostrar la imposible traducción de lo que
Levi-Strauss llama “nombres secretos” y Lacan homologa
a “lo reprimido”. La antropología americana diría
un “conflicto inter-cultural a esas razas discursivas.



¿Nos podría adelantar algo acerca de la novela
que se encuentra escribiendo?


Esa novela se transformó en un poema en prosa
de varias páginas llamado “Escapulario” -mantiene un
tono épico, con surcos de historia, un objeto perdido
llevado por siglos sin saber el porqué de su agalma-


Tal vez el psicoanálisis hace de nosotros francotiradores
con ráfagas de literatura: no un poeta sino vectores del
sonido.


La repetición del goce del sentido, nos lleva a
otra cosa, a la condensación breve, en la densidad de
lo finito, en un relámpago durable.


Por eso creo que un psicoanálisis, en serio,
puede incidir sobre el arte y generar objetos sensibles
a lo extranjero, que no sean esos oscuros cuadros
colgados en la pared.


Una suerte para el conejo
de Alice a través del espejo: hacer el agujero, caer
y volver a su propia lengua.-

(El texto completo en www.posdatas.com.ar)

pd. 12pd. 12

(*) Enrique Acuña psicoanalista, y escritor.

Director de enseñanzas de la Asociación de Psicoanálisis de La Plata.


Autor del libro Resonancia y Silencio-Psicoanálisis y otras poéticas (Ed. Edulp).


Como autor, incursiona también el género literario con cuentos, novela,
y poesía, además de trabajos como guionista cinematográfico


arte & psicoanálisis

martes, 5 de octubre de 2010

DIA DE LA RESISTENCIA (Y NO DE LA RAZA)


12 de Octubre:


EL PRIMER DIA DE LA RESISTENCIA

Ciertamente conmemorar un día entre los 365 que tiene un año, no sirve de mucho, apenas para cumplir con el mandato del calendario. Pero si la fecha en cuestión es el 12 de octubre, el asunto adquiere otro matiz. Hasta no hace mucho, cuando estudiábamos en la escuela, festejábamos el Día de la Raza que consistía en celebrar la “providencial” llegada de Colón para “descubrir” estas tierras alejadas de la mano de Dios que confundieron con “Las Indias”.


Hasta no hace mucho, se hacía un poderoso culto de la desmemoria, en realidad se le imponía a la sociedad toda, una pedagogía del olvido y la mentira. Justamente la desmemoria busca borrar culpas, busca mirar para otro lado, procura la inocencia imposible, aspira a que todo siga como está.


Pero como ya lo dijo Borges: “solo una cosa no hay y es el olvido”. Y como agregamos nosotros, no existe el olvido porque existen huellas, evidencias, testigos, realidades y documentos que denuncian con toda claridad lo ocurrido. Y todo esta concatenado, y toda está en relación. Justamente los defensores del Día de la Raza, son los mismos que defienden el genocidio perpetrado por el esclavista y anti-obrero Julio Argentino Roca, son los mismos que durante el Proceso de Videla coreaban aquella absurda letanía “por algo será” que repetían como si se tratara de un axioma filosófico capaz de explicar lo imposible de explicar o justificar, como fue la desaparición de decenas de miles de ciudadanos y hasta el secuestro de 500 bebes, de los cuales, felizmente, ya casi un centenar ha sido recuperado.


De un tiempo a esta parte, desde distintos ámbitos educativos, centros culturales, concejos deliberantes, secretarías de culturas municipales, sindicatos y del Congreso e la Nación, comienza a cuestionarse la celebración del “Día de la Raza”. Cada vez es mayor el consenso que no acepta celebrar con júbilo esa invasión. Por ejemplo, en múltiples actos, se conmemora el 11 de octubre como “ultimo día de la libertad americana” y esta bien que así se haga. Es necesario. Sin embargo, en nuestro caso, preferimos celebrar LO PRIMERO en lugar de LO ULTIMO. Preferimos conmemorar el 12 de octubre como el PRIMER DIA DE RESISTENCIA ante ese ultraje, ante esa ocupación criminal que fue la Conquista, que esta tan pero tan lejos de haber sido un edulcorado “encuentro de culturas”.

Por supuesto, algo de este efecto “edulcorante” se advierte en el traslado del feriado del 12 de octubre al primer lunes, para “aprovechar el fin de semana largo”.


De ninguna manera se puede comprender o justificar, semejante traslado de una fecha que recuerda el mayor genocidio de la historia de la humanidad. ¿Ustedes se imaginan a los japonenses moviendo la conmemoración del estallido de las bombas atómicas del imperialismo de Estados Unidos sobre Hiroshima y Nagasaki para aprovechar un fin de semana largo? ¡Es inconcebible!


Actos como los que estos días se están realizando en todo el país, sirven, no para terminar, pero si para herir a la pedagogía de la amnesia y la desmemoria de lo que fue el mayor genocidio de la historia mundial. Estos actos que se multiplican indican un cambio, algo está cambiando, hay deseos de terminar con un país y una historiografía que festeja los genocidios y encumbra a los genocidas.

Los Hernán Cortes, los Francisco Pizarro, los Julio Argentino Roca, los Jorge Videla deben quedar atrás de una buena vez. Deben quedar atrás aquellos racistas que no pueden aceptar la condición humana del indígena, aquellos que necesitan que los pueblos originarios mantengan su lugar de siervo de la gleba, de combustible biológico, de bárbaro sin raciocinio ni cultura, de sirvientes, en definitiva: de esclavos ante la sombra del amo.


Justamente para terminar con ese racismo, para acabar con esa discriminación, nos complace sobremanera esta multiplicación de contrafestejos, y las luchas que se derivan de ellos como las que se están protagonizando en tantos lugares del país para sustituir el malsano nombre de Conquista del Desierto y al genocida Roca.

Marcelo Valko

Prof. Titular de la Cátedra “Imaginario Étnico, Memoria y Resistencia”

Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo