jueves, 29 de mayo de 2008

EL monstruo de Viena ya sin Freud


EL CASO FRITZL

Entrevista a Jacques-Alain Miller

Le Point 08/05/2008 N°1860 -Paris

El psicoanalista Jacques-Alain Miller examina para Le Point el crimen que ha sacudido Austria, donde se descubre cómo Josef Fritzl, de 73 años, ha secuestrado a su hija durante veinticuatro años y le hizo siete hijos. Para Miller, lo que se sale de lo ordinario, no es el incesto, es "la regularidad invariable de un acto inmundo".

Entrevista.

Le Point: ¿Qué puede conducir a un individuo a tal grado de perversión?

Jacques-Alain Miller: Una buena educación, a la antigua, de altas virtudes morales... Me explico. ¿Por qué rasgos "Das Inzest-Monster", como le llaman los austríacos, quedará en los anales clínicos y policiales? Ud. puede imaginar que no será únicamente por el hecho del incesto, práctica bastante extendida, ni tampoco por el número de sus víctimas. Si es excepcional, es por la tenacidad, la constancia, la duración. Lo que se sale de lo común es la regularidad invariable de un acto inmundo, el método, la minuciosidad y la seriedad invertidos en el cumplimiento solitario de un único crimen que se prolongó durante un cuarto de siglo. Ni un error, ni un desliz, ni un acto fallido. Total quality. Son las mismas "eminentes cualidades" atribuidas, tradicionalmente, al carácter germánico. Puestas al servicio de la ciencia y de la industria han forjado la reputación de los países de lengua alemana. Por otra parte, era un ingeniero eléctrico y decía a su mujer que bajaba al sótano para dibujar planos de máquinas.
Si Gilles de Rais en Francia, Erzsebeth Bathory en Hungria, grandes señores feudales de los siglos XV y XVI, quedan en la memoria, es al contrario por el desorden de sus conductas, sus violaciones y asesinatos innumerables. El austríaco, pequeño notable de provincias es, también, un tirano pero puramente doméstico. Lleva una existencia perfectamente «casera» pero desdoblada. Es fiel a su hija Elizabeth, único objeto de su goce, a la que hace de alguna manera una segunda esposa. Le da siete hijos, el mismo número que a su esposa legítima. Parece que no se le puede reprochar ni abortos ni contracepción: es un buen católico. Opera con la más absoluta discreción, su conducta no da lugar a ningún escándalo, puesto que a esta segunda familia, la hace vivir bajo tierra, en un cuchitril sin luz natural donde no se puede estar de pie, a lo Luis XI.

LP: ¡No es, sin embargo, su educación que puede explicar su conducta!
JAM:
Se ha sabido que fue educado sin padre por una madre que todos los días le pegaba con violencia. El hecho no ha debido quedar sin consecuencias. Siempre se puede decir que él quería vengarse del objeto femenino y protegerse contra sus caprichos... Pero sería complicado deducir su vicio de ahí: eran posibles otras salidas. En 1967, en el momento del nacimiento de Elizabeth, su cuarto hijo, J. Fritzl fue arrestado por violación; debió cometer otras. Parece como si hubiera decidido adoptar, y mantenerse en una bigamia incestuosa. No se le conoce más que algunas escapadas sexuales a Thaïlandia, con compañeros, notables de la ciudad. Volvía bronceado, en plena forma, junto a su pequeña familia que no veía jamás el sol.

LP: ¿Era una especie de Dr.Jekyll-Mr Hyde?

JAM: Era a la vez un Padre severo, el Padre de la ley, cuyo rigor implacable sorprendía a los que le veían regir su familia de arriba y; con su familia de abajo, un Padre gozador, fuera de la ley. En estos dos roles, en un cierto nivel, fue irreprochable: piensen que aseguró, sin fallar un instante, la subsistencia de todos los suyos. Al mismo tiempo, era sin duda un estafador: de sus operaciones inmobiliarias no queda más que considerables deudas. Es el Estado quien deberá pagar los años de psicoterapia y reeducación que necesitará la familia de abajo. El montante ya ha sido evaluado en 1 millón de euros.

LP: ¿La cultura patriarcal, la huella católica, la religión del «cada uno en su casa», que marcan a Austria, han podido jugar un papel?

JAM: Algunas de estas características valen para Sicilia. Pero no es muy imaginable una historia así en Syracusa o Trapani: allí, las gentes que viven entre cuatro "muros" sin salir son más bien los mafiosos perseguidos por los carabinieri.

LP: Pero ¿es un azar que, después del «caso Kampusch», este crimen estalle en Austria?
JAM:
El caso Fritzl, el caso Kampusch, produce sentido necesariamente. Mientras que, los Estados Unidos son la tierra bendecida de los criminales en serie, Austria adquiere la categoría, junto con Bélgica, de los perversos "caseros del subterráneo", si se puede decir así. El caso presente se distingue por su atmósfera de obediencia ciega. No solamente la de su mujer: Fritzl alquilaba habitaciones en su casa, con el paso de tiempo, por allí desfilaron una centena de inquilinos, él les decía que no podían bajar a su bunker, y ninguno imaginó enfrentarse a esta prohibición. En nuestros días se deploran, con mucho gusto, las infracciones hechas con respecto a la vida privada: es un reproche que no se le hará a los austríacos. En la Ybbstrasse, todo estaba en orden, la fachada elegante, el frigorífico subterráneo bien provisto, la ropa bien limpia y planchada. Se miraba la televisión en familia. ¿El bunker? Era un refugio antiatómico familiar, edificado con la ayuda de subvenciones oficiales. Un gran crimen popular es siempre un hecho social total, para retomar la expresión de Marcel Mauss: es un microcosmos de la sociedad, ella se refleja enteramente en el hecho. Fritzl: quizás criminal, pero, ante todo, Korrekt. En regla. Ningún traspiés. Nada de inconsciente. Ningún sentimiento de culpabilidad.

LP: En lo que concierne a la historia pasada, ¿se puede hablar de un pueblo que «reprime» sin tregua, rehusando mirar la realidad que tiene en frente?
JAM:
Es lo que dicen los ingleses. Ven en Fritzl un símbolo de Austria. Es también la idea del novelita Josef Haslinger. La casa natal de Hitler está a una hora y media, por carretera, de Amstette; Mauthausen, aún más cerca. El canciller anuncia una gran campaña internacional de relaciones públicas para mejorar la imagen de Austria. Espíritus más prácticos piden, mejor, recursos para los servicios sociales. Un dibujo del Times de Londres muestra a Austria tumbada en el diván; detrás, Sigmund Freud. Podemos recordar que el país se ha ocupado de erradicar el psicoanálisis, o poco falta. El abogado alegará alienación mental. A la vista del extremo cuidado y maestría en el crimen y la duración del delito, la irresponsabilidad no está nada clara.

Entrevista realizada por Christophe Labbé y Olivia Recasens © DOC.LKA/US PRESS/SIPA

Traducción: Mercedes de Francisco
from TLN Nº 395 del miércoles 14 de mayo 2008


CARTA ABIERTA -los intelectuales en la crisis del campo-

Carta Abierta / 1

Este documento fue presentado el martes en la librería Gandhi por una mesa conformada por Horacio Verbitsky, Nicolás Casullo, Ricardo Forster y Jaime Sorín. Fue firmado por más de 750 intelectuales, entre los que se cuentan decanos de la UBA, David Viñas, Norberto Galasso, Noé Jitrik, Eduardo Grüner, Horacio González, José Pablo Feinmann y muchos más nombres, que por limitaciones de espacio es imposible reproducir.(fuente:Pagina12)

Como en otras circunstancias de nuestra crónica contemporánea, hoy asistimos en nuestro país a una dura confrontación entre sectores económicos, políticos e ideológicos históricamente dominantes y un gobierno democrático que intenta determinadas reformas en la distribución de la renta y estrategias de intervención en la economía. La oposición a las retenciones –comprensible objeto de litigio– dio lugar a alianzas que llegaron a enarbolar la amenaza del hambre para el resto de la sociedad y agitaron cuestionamientos hacia el derecho y el poder político constitucional que tiene el gobierno de Cristina Fernández para efectivizar sus programas de acción, a cuatro meses de ser elegido por la mayoría de la sociedad. Un clima destituyente se ha instalado, que ha sido considerado con la categoría de golpismo. No, quizás, en el sentido más clásico del aliento a alguna forma más o menos violenta de interrupción del orden institucional. Pero no hay duda de que muchos de los argumentos que se oyeron en estas semanas tienen parecidos ostensibles con los que en el pasado justificaron ese tipo de intervenciones, y sobre todo un muy reconocible desprecio por la legitimidad gubernamental.

Esta atmósfera política, que trasciende el “tema del agro”, ha movilizado a integrantes de los mundos políticos e intelectuales, preocupados por la suerte de una democracia a la que aquellos sectores buscan limitar y domesticar. La inquietud es compartida por franjas heterogéneas de la sociedad que más allá de acuerdos y desacuerdos con las decisiones del Gobierno consideran que, en los últimos años, se volvieron a abrir los canales de lo político. No ya entendido desde las lógicas de la pura gestión y de saberes tecnocráticos al servicio del mercado, sino como escenario del debate de ideas y de la confrontación entre modelos distintos de país. Y, fundamentalmente, reabriendo la relación entre política, Estado, democracia y conflicto como núcleo de una sociedad que desea avanzar hacia horizontes de más justicia y mayor equidad.

Desde 2003 las políticas gubernamentales incluyeron un debate que involucra a la historia, a la persistencia en nosotros del pasado y sus relaciones con los giros y actitudes del presente.

Un debate por las herencias y las biografías económicas, sociales, culturales y militantes que tiene como uno de sus puntos centrales la cuestión de la memoria articulada en la política de derechos humanos y que transita las tensiones y conflictos de la experiencia histórica, indesligable de los modos de posicionarse comprensivamente delante de cada problema que hoy está en juego.

En la actual confrontación alrededor de la política de retenciones jugaron y juegan un papel fundamental los medios masivos de comunicación más concentrados, tanto audiovisuales como gráficos, de altísimos alcances de audiencia, que estructuran diariamente “la realidad” de los hechos, que generan «el sentido» y las interpretaciones y definen “la verdad” sobre actores sociales y políticos desde variables interesadas que exceden la pura búsqueda de impacto y el rating. Medios que gestan la distorsión de lo que ocurre, difunden el prejuicio y el racismo más silvestre y espontáneo, sin la responsabilidad por explicar, por informar adecuadamente ni por reflexionar con ponderación las mismas circunstancias conflictivas y críticas sobre las que operan.

Esta práctica de auténtica barbarie política diaria, de desinformación y discriminación, consiste en la gestación permanente de mensajes conformadores de una conciencia colectiva reactiva.

Privatizan las conciencias con un sentido común ciego, iletrado, impresionista, inmediatista, parcial. Alimentan una opinión pública de perfil antipolítica, desacreditadora de un Estado democráticamente interventor en la lucha de intereses sociales. La reacción de los grandes medios ante el Observatorio de la discriminación en radio y televisión muestra a las claras un desprecio fundamental por el debate público y la efectiva libertad de información. Se ha visto amenaza totalitaria allí donde la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA llamaba a un trato respetuoso y equilibrado del conflicto social.

En este nuevo escenario político resulta imprescindible tomar conciencia no sólo de la preponderancia que adquiere la dimensión comunicacional y periodística en su acción diaria, sino también de la importancia de librar, en sentido plenamente político en su amplitud, una batalla cultural al respecto. Tomar conciencia de nuestro lugar en esta contienda desde las ciencias, la política, el arte, la información, la literatura, la acción social, los derechos humanos, los problemas de género, oponiendo a los poderes de la dominación la pluralidad de un espacio político intelectual lúcido en sus argumentos democráticos.

Se trata de una recuperación de la palabra crítica en todos los planos de las prácticas y en el interior de una escena social dominada por la retórica de los medios de comunicación y la derecha ideológica de mercado. De la recuperación de una palabra crítica que comprenda la dimensión de los conflictos nacionales y latinoamericanos, que señale las contradicciones centrales que están en juego, pero sobre todo que crea imprescindible volver a articular una relación entre mundos intelectuales y sociales con la realidad política. Es necesario crear nuevos lenguajes, abrir los espacios de actuación y de interpelación indispensables, discutir y participar en la lenta constitución de un nuevo y complejo sujeto político popular, a partir de concretas rupturas con el modelo neoliberal de país. La relación entre la realidad política y el mundo intelectual no ha sido especialmente alentada desde el gobierno nacional y las políticas estatales no han considerado la importancia, complejidad y carácter político que tiene la producción cultural.

En una situación global de creciente autonomía de los actores del proceso de producción de símbolos sociales, ideas e ideologías, se producen abusivas lógicas massmediáticas que redefinen todos los aspectos de la vida social, así como las operaciones de las estéticas de masas reconvirtiendo y sojuzgando los mundos de lo social, de lo político, del arte, de los saberes y conocimientos. Son sociedades cuya complejidad política y cultural exige, en la defensa de posturas, creencias y proyectos democráticos y populares, una decisiva intervención intelectual, comunicacional, informativa y estética en el plano de los imaginarios sociales.

Esta problemática es decisiva no sólo en nuestro país, sino en el actual Brasil de Lula, en la Bolivia de Evo Morales, en el Ecuador de Correa, en la Venezuela de Chávez, en el Chile de Bachelet, donde abundan documentos, estudios y evidencias sobre el papel determinante que asume la contienda cultural y comunicativa y las denuncias contra los medios en manos de los grupos de mercado más concentrados. Es también en esta confrontación, que se extiende al campo de la lucha sobre las narraciones acerca de las historias latinoamericanas, donde hoy se está jugando la suerte futura de varios gobiernos que son jaqueados y deslegitimados por sus no alineamientos económicos con las recetas hegemónicas y por sus «desobediencias» políticas con respecto a lo que propone Estados Unidos.

Reconociendo los inesperados giros de las confrontaciones que vienen sucediéndose en esta excepcional edad democrática y popular de América latina desde comienzos de siglo XXI, vemos entonces la significación que adquiere la reflexión crítica en relación con las vicisitudes entre Estado, sociedad y mercado globalizado. Uno de los puntos débiles de los gobiernos latinoamericanos, incluido el de Cristina Fernández, es que no asumen la urgente tarea de construir una política a la altura de los desafíos diarios de esta época, que tenga como horizonte lo político emancipatorio.

Porque no se trata de proponer un giro de precisión académica a los problemas, sino de una exigencia de pasaje a la política, en un tiempo argentino en el que se vuelven a discutir cuestiones esenciales que atraviesan nuestras prácticas. Pasaje hacia la política que nos confronta con las dimensiones de la justicia, la igualdad, la democratización social y la producción de nuevas formas simbólicas que sean capaces de expresar las transformaciones de la época. En este sentido es que visualizamos la originalidad de lo que está ocurriendo en América latina (más allá de las diferencias que existen entre los distintos proyectos nacionales) y los peligros a los que nos enfrentamos, peligros claramente restauracionistas de una lógica neoliberal hegemónica durante los años noventa.

Teniendo en cuenta esta escena de nuestra actualidad, nuestro propósito es aportar a una fuerte intervención política –donde el campo intelectual, informativo, científico, artístico y político juega un rol de decisiva importancia– en el sentido de una democratización, profundización y renovación del campo de los grandes debates públicos. Estratégicamente se trata de sumar formas políticas que ayuden a fecundar una forma más amplia y participativa de debatir.

Nos interesa pues encontrar alternativas emancipadoras en los lenguajes, en las formas de organización, en los modos de intervención en lo social desde el Estado y desde el llano, alternativas que puedan confrontar con las apetencias de los poderes conservadores y reactivos que resisten todo cambio real. Pero también que pueda discutir y proponer opciones conducentes con respecto a los no siempre felices modos de construcción política del propio gobierno democrático: a las ausencias de mediaciones imprescindibles, a las soledades enunciativas, a las políticas definidas sin la conveniente y necesaria participación de los ciudadanos. Una nueva época democrática, nacional y popular es una realidad de conflictos cotidianos, y precisa desplegar las voces en un vasto campo de lucha, confiar, alentar e interactuar.

En este sentido, sentimos que las carencias que muchas veces muestra el Gobierno para enfocar y comprender los vínculos, indispensables, con campos sociales que no se componen exclusivamente por aquellos sectores a los que está acostumbrado a interpelar, no posibilitan generar una dinámica de encuentro y diálogo recreador de lo democrático-popular. Creemos indispensable señalar los límites y retrasos del Gobierno en aplicar políticas redistributivas de clara reforma social. Pero al mismo tiempo reconocemos y destacamos su indiscutible responsabilidad y firmeza al instalar tales cuestiones redistributivas como núcleo de los debates y de la acción política desde el poder real que ejerce y conduce al país (no desde la mera teoría), situando tal tema como centro neurálgico del conflicto contra sectores concentrados del poder económico.

Todo lo expresado y resumido da pie a la necesidad de creación de un espacio político plural de debate que nos reúna y nos permita actuar colectivamente. Experiencia que se instituye como espacio de intercambio de ideas, tareas y proyectos, que aspira a formas concretas de encuentro, de reflexión, organización y acción democrática con el Gobierno y con organizaciones populares para trabajar mancomunadamente, sin perder como espacio autonomía ni identidad propia. Un espacio signado por la urgencia de la coyuntura, la vocación por la política y la perseverante pregunta por los modos contemporáneos de la emancipación.

De populistas y liberales

Entre las diversas discusiones que generó, la Carta Abierta/1 firmada por más de 1300 personas vinculadas con la cultura recibió una crítica réplica del sociólogo e investigador Vicente Palermo. El también sociólogo y profesor de la UBA Horacio González le respondió. Aquí se publican ambos textos.

A los firmantes de la Carta Abierta/1

Por Vicente Palermo *

Escribo esta carta porque los respeto y considero valioso y políticamente promisorio discutir con ustedes. No me interesa discutir con Mariano Grondona, ni hacer la vivisección de Alfredo De Angeli, a quien conozco de naranjo en sus pasos no menos desatinados que los de ahora como protestador rural, como activista del movimiento ambiental de Gualeguaychú que el gobierno nacional respaldó sin cortapisas en sus objetivos absurdos, diagnósticos tremendistas y metodologías “iliberales” (cría cuervos que te sacarán los ojos). Los respeto por las trayectorias comunes que tengo con muchos de ustedes, y porque convocan a la discusión. Quien escribe y dice lo que quiere ha de leer y escuchar quizás lo que no quiere.

Ustedes dicen que desde 2003 la política ha vuelto a ocupar un lugar central en la Argentina. Aunque no coincido con las visiones que sostienen que la política se allanó, en América del Sur en general, y hasta la nueva ola de gobiernos que ustedes mencionan, a la voluntad de los “discursos hegemónicos”, el “pensamiento único” y el poder de los mercados, sí creo que, emblemáticamente, la experiencia de la Alianza se podría leer como la defección trágica de la política. Puedo darles de barato que así haya sido, lo que de paso me facilita las cosas para una primera crítica a mis propias posiciones pasadas, ya que acompañé al Frepaso y la Alianza mucho más que la mayoría de ustedes. En ese sentido, no les falta razón: la gestión K (aunque omiten a otros protagonistas de este mismo cambio, iniciado con Duhalde) representa una restitución del lugar de lo político. Tras la debacle de la convertibilidad y el derrumbe económico, social y político, muchos estábamos tan abrumados por el fracaso de la experiencia de la Alianza que nuestro diagnóstico acerca de lo posible no incluía algunas de las decisiones más importantes que en materia político-económica tomaron Duhalde-Remes-Lavagna y Kirchner-Lavagna. Hubo en ellas política, y política acertada; mérito conspicuo que hay que reconocer.

El problema es que la voluntad política, o la restitución para la política del lugar que le corresponde, se ha convertido, casi desde un principio de las gestiones K, en el triunfo de la voluntad. Diría que esa concepción define un talante para encarar la política, consistente en la más absurda exaltación de la voluntad y la más ciega fe en “nuestra” capacidad de usar de modo virtuoso el poder. Según este talante la voluntad política es condición necesaria y suficiente para todo cuanto importa. Y la virtud se da por descontada. Pero la historia es un cementerio de experiencias en las que triunfos iniciales de la voluntad son seguidos por derrotas y desastres catastróficos. Este, y no otro, es el núcleo duro del llamado “setentismo”. Con voluntad política todo se puede: hacer una política macroeconómica inconsistente, mantener un comportamiento de compadrito en el contexto internacional, decidir que la Argentina precisa un tren bala, disponer que los agentes económicos se avengan a ser desplumados sin chistar. Claro, para esto hace falta dinero, pero, principalmente, hace falta, populismo político. Tanto populismo como el necesario para cubrir la diferencia entre la voluntad política triunfal en acción y sus resultados. Tanto populismo como rebeldes sean los precios, los intereses y otros malvados de la vida. Cuanto más rechina la maquinaria de la voluntad política en acción más populismo es necesario.

Y esto, ¿qué tiene de inconveniente? Para los K parecería que nada, dan la impresión de que no entendieron mal, sino demasiado bien, a Laclau. ¿Qué tiene de inconveniente que el choque de la voluntad política triunfante con los malvados de la vida nos obligue a denunciar a los malvados de la vida por oligarcas, golpistas, antidemocráticos, desestabilizadores, destituyentes? Ese es el tipo de conflicto político del que el peronismo tarde o temprano no se sabe sustraer: un conflicto moral, entre buenos y malos, pueblo y antipueblo, nación y antinación.

La voluntad política triunfante precisa inevitablemente (con la convicción de que precisa de ello para acabar por triunfar para siempre) reconstituir en términos populistas conflictos de intereses que son, como en cualquier país del mundo, hechos malvados de la vida. Y que podrían ser procesados políticamente de muy diferentes maneras. “Asistimos en nuestro país –comienza vuestra carta– a una dura confrontación entre sectores... históricamente dominantes y un gobierno democrático...”. No creo abusar del texto afirmando que la alegría se les escapa entrelíneas.

“¡Por fin!”, me parece leer, “el tipo de conflictos por los que la lucha política vale la pena”. Pero, ¿”se ha instalado un clima destituyente”? No lo creo; pero, ¿a quién le cabría la principal responsabilidad por ello? ¿Quién hizo todo lo necesario para “dar lugar a alianzas que llegaron a enarbolar la amenaza del hambre... y agitaron cuestionamientos hacia el derecho y el poder político constitucional”? El propio gobierno con el que ustedes se alinean. Y ¿por qué lo hizo? ¿Porque “intenta determinadas reformas en la distribución de la renta y estrategias de intervención en la economía”? Creo que cualquier examen serio de los acontecimientos refuta esta interpretación palmariamente. Si el Gobierno se ve hoy frente a este cuadro, no es en razón de sus buenas intenciones sino, o bien por sus graves errores, o bien por decisiones de productividad política populista que no son errores, sino resultados de sus convicciones políticas y normativas.

Lo peor es que estamos retrocediendo nuevamente, a pasos agigantados, en el camino que nos lleve “hacia horizontes de más justicia y mayor equidad”. Los platos rotos del desastre no los van a pagar los malvados de la vida ni los buenos del triunfo de la voluntad. Agregan ustedes que “en la actual confrontación... juegan un papel fundamental los medios masivos de comunicación más concentrados”. No voy a defender a esos medios, y ciertamente hubo “distorsión”, “prejuicio”, “racismo”, etc. Pero vuestra afirmación de que los medios concentrados han tenido un papel determinante en la configuración de los términos del conflicto me suena fantasiosa, conspiracionista y hasta paranoica. Claro, la reacción de los grandes medios ante la actividad de un observatorio será siempre dura (y el documento del observatorio universitario tiene aciertos muy meritorios); y la discusión pública, abierta, plural, y alejada del oficialismo, del papel de los medios, es indispensable. Pero la historia de un gobierno que movido por un valiente impulso de llevar a cabo reformas distributivas y mejorar los modos de intervención estatal en la esfera pública (va una chicana: ¿se refieren al Indec?, ¿a la política tributaria?, ¿a la gestión de los recursos fiscales?, ¿a los mimos a sectores económicos también muy concentrados?, ¿a las regulaciones que beneficiaron a grandes medios de comunicación?), sufre, en virtud de ello, la dura confrontación de los sectores históricamente dominantes, confrontación en la que a su vez juegan un papel fundamental los medios, parece un relato extraído de un vetusto manual del peronismo histórico, y no una explicación verosímil de los acontecimientos.

En todo caso, no parecen ustedes haberse esforzado demasiado para diseñar o mejorar los fundamentos de una estrategia política responsable, una estrategia que permita avanzar hacia “horizontes de más justicia y equidad” en lugar de arremeter hacia fracasos tras los cuales ni ustedes ni yo estaremos entre los principales perjudicados –i.e., los pobres y los excluidos–.

Ustedes no me parecen esta vez muy coherentes. Dicen que es necesario “discutir y participar en la lenta constitución de un nuevo y complejo sujeto político popular”. Pero, ¿adónde están la lentitud, la perplejidad, la prudencia, la mesura, el temple, necesarios? Veo en vuestras líneas otra cosa: un entusiasmo algo rabioso por el re-advenimiento de un tiempo más o menos épico. Es más, se trataría de introducir premura: “Uno de los puntos débiles de los gobiernos latinoamericanos, incluido el de Cristina Fernández, es que no asumen la urgente tarea de construir una política a la altura de los desafíos de esta época, que tenga como horizonte lo político emancipatorio”; y “creemos indispensable señalar los límites y retrasos del Gobierno en aplicar políticas redistributivas de clara reforma social”. Creo que se han hecho un embrollo –ahora ven un gobierno retrasado en aquello que, antes dijeron, habría sido el disparador de la, según ustedes, más gigantesca coalición reactiva de la que se tenga memoria en Argentina desde 1976–.

Me tomo vuestras recomendaciones de política en serio y me imagino en los zapatos de Cristina Fernández, o de Lula, asumiendo esa “urgente tarea” y no me veo nada bien equipado. Critican ustedes “las políticas definidas sin la conveniente y necesaria participación de los ciudadanos”. Curioso, ¡el caso del conflicto que nos ocupa es un excelente ejemplo! Pero antes habían aludido a él hablando de “derechos [del Ejecutivo] y poder político constitucional [del Ejecutivo] para efectivizar sus programas de acción” (inconstitucional tal vez no sea, pero me parece un pelín alevoso referirse a la definición de una política tributaria de primer orden nacional, a través de una simple resolución ministerial, posibilitada por el otorgamiento de facultades extraordinariamente extraordinarias al Poder Ejecutivo por el Congreso, en una materia en el que la constitución dice taxativamente que el Ejecutivo no puede legislar ni siquiera bajo aducidos imperativos de necesidad y urgencia).

Me pregunto qué tipo de conflictos se habrían suscitado y qué tipo de actores en conflicto se habrían constituido si, en lugar de anunciar el Gobierno las retenciones móviles, hubiera enviado al Parlamento un proyecto de ley de renta potencial de la tierra que permitiera reemplazar gradualmente las retenciones, junto a un programa de coparticipación impositiva que estableciera para los sectores productivos medianos y pequeños la esperanza de que parte importante de sus impuestos contribuya a mejorar la productividad sistémica de sus regiones y de la economía argentina en general.

No ha sido por “instalar tales cuestiones redistributivas como núcleo de los debates y de la acción política” que los sectores concentrados han logrado el respaldo activo de actores sociales que hasta hace poco resultaba impensable que lograran y que el Gobierno ve desfondarse su popularidad.

Llaman ustedes a la creación de un espacio político plural de debate que reúna y permita actuar colectivamente. Asumo de buena fe que el espacio político plural en el que están pensando incluye la controversia franca y abierta y no el silencio.

* Sociólogo (UBA/Conicet).

El mecanismo de la sustracción

Por Horacio González *

La verdad, me gustaría pensar como Tito Palermo, apreciado amigo de otras épocas y que nunca ha cesado en mi estima. Valoro su reflexión persistente, la tarea que se ha atribuido para combatir a favor del buen argumento, de la correcta razón de tolerancia, de la responsabilidad sin rarezas ni paradojas. Tito es un liberal y nada de eso me incomoda. Ciertos aspectos del liberalismo me parecen atractivos; por ejemplo, su estilo sustractivo para resolver conflictos. Si se presenta una falla real, un inconveniente en la armonía de las cosas, el liberal sustrae. Ante un problema donde está en juego la cuestión nacional, el liberal pide sustracción del nacionalismo. Queda pues el lado liberal del problema, un nacionalismo sin nación. Eso soluciona el conflicto, el restar del problema su condición de tal. Queda su osatura mínima. Sustraído el nacionalismo de la nación, queda en pie un árbol institucional, enjuto, la racionalidad en sí misma. Si el problema es una efusión política que parece carente de cimientos previsibles, hay que restar el voluntarismo. Queda nuevamente un hueso duro de la acción, el sí mismo de una institución clara y distinta. Si se avecinan enfrentamientos que sin duda hay que definir con lenguajes precisos –los que usamos en la Carta Abierta/1 pretenden serlo, pero están sometidos, como todo, a revisión y querella–, Tito también sustrae. En este caso, sustrae “el tiempo más o menos épico”. Sin épica –habrá que definir mejor lo que eso implica– la política queda convertida en una adecuación constante entre enunciados y resultados. Sin brecha, desajuste o descompás. Se sustraen elementos perturbadores de una reflexión a fin de hacerla perfecta, descarnada, lineal. Tito: definís tu fastidio por toda política de “voluntad triunfal” que no tenga en cuenta “los resultados de esa acción”. Es decir, nada de “ética de la convicción”, como un célebre conferenciante les infirió a los estudiantes alemanes de 1919. Nuevamente, la sustracción. ¿Qué se sustrae aquí? Todo lo que tenga que ver con una incoincidencia entre lo que se enuncia como rasgo real del carácter de lo político –su inevitable incompletud–, y los resultados efectivos, que suelen ser rebeldes a la previsión, pues pueden desmentir el punto de partida inicial, o bien pueden enriquecerlo, o si no mostrar que se trataba de una ilusión catastrófica. ¿Pero podemos saberlo antes? El liberal es el que sustrae. Sustrae la voluntad, pero no dice que sustrae la conciencia realizadora, sustrae la épica, pero no dice que sustrae el sino paradojal de la acción entre lo público y lo larvado en la actividad colectiva. Dice sustraer la moral populista –la propensión a ver el “mal” en los adversarios al fin de cuentas producidos por los errores propios–, pero en realidad sustrae la política.

Dije antes que ciertos aspectos del liberalismo son interesantes. Precisamente, el mecanismo crítico de la sustracción, encarna el método liberal. Todos lo usamos. Pensar una dificultad es un ejercicio de diferencia, extracción o despeje de alguno de los términos del problema. Un “ingrediente liberal” hay en cualquier tipo de razonamiento político. Eso lleva también a cierto estilo polémico, lo que ya me gusta menos. El de Tito es así: con ustedes puedo debatir, conozco a muchos de los firmantes de la carta y los creo bastante sinceros (proposición), pero en verdad están totalmente equivocados, son populistas, mitológicos, voluntaristas y reducen la vida política a una contradicción entre el bien y el mal (sustracción). Pobre dialéctica esa, que es la misma que ve, erradamente, en lo que llama “populismo”. La describe cuando afirma que hay un tipo de conflicto del que “el peronismo no se sabe sustraer”. Se trata del conflicto que tiene una parte “moral” en donde se expresa el “voluntarismo” y otra parte “torva” donde se llama a la “conciliación”. Amigo Tito, viejo compañero, con qué facilidad nos llamás a que sustraigamos de la política el corazón mismo de lo político. Con qué desprecio nos tratás después de decir que nos “respetabas”. ¿Por qué no revisás los dos momentos de tu propio pensamiento, esa “moral” liberal no menos binaria y la “conciliación” de lo político en una insignificante transparencia, una vez que le sacaste todo? Sí, no me molesta el método liberal de sustraer para pensar, para proponerle intersticios a la política. Me molesta el liberalismo “esencialista” –te devuelvo un poco del ungüento que le habrás aplicado a otros– que confunde un método válido con un veredicto inmovilizante sobre la política, descontaminada de todo vínculo con sus descompases, sus cismas incesantes. Finalmente tu escrito, dictado por tu festejable voluntad polémica –es un resto “voluntarista” que quizás deberías revisar para hacer de tu liberalismo, al fin, sinónimo de política neutra, inodora, insípida– termina echándole toda la culpa al Gobierno, por ser obediente a aquel mecanismo de “voluntarismo y fracaso”. Esquema moral, también. Dicotomía pobrecita. Lo cierto, Tito, es que el Gobierno ha cometido una cierta cantidad de errores, bastantes, quizá muchos, que acaso quepan en una formación entera de un tren bala. Pero no se lo ataca por eso, que podría ser corregido, revisto, o en el caso de su política “balística”, acompañado ya por la real reconstrucción del sistema ferroviario. No digo que, personalmente, me gusten los giros y ensueños neodesarrollistas. Pero los ataques provienen de la observación crítica que se hace no contra las modernizaciones a la “Puerto Madero”, que nadie en el país, salvo nosotros, criticamos. Sino que se lo ataca por lo que de él se ha visto, por lo que de él se intuye, en relación con la diferencia de lenguaje político y social que ha establecido. Desdeñosamente se lo acusa de “cooptación” por tomar y asumir cuestiones de interpretación de la historia reciente y pasada que abren las puertas de una reconstrucción de lo político. Ya ves, Tito. Cuando se dice “cooptación”, es decir, usurpación de los temas de la reparación social, estamos en el punto contrario a la sustracción. El liberal sustrae, el cooptador agrega. Agrega al otro que ha embelesado. El liberal ve cooptación por todas partes. Como sólo intenta desagregar, se expone así a descalabrar el lenguaje con el que habla. Y el lenguaje es a la vez agregativo y sustractivo. Constituye y destituye. La lengua liberal, históricamente, en sus grandes maestros, fue destituyente, lo que en la memoria histórica del mundo moderno, resultó en grandes realizaciones contra los absolutismos. Pasada la edad gloriosa, queda su propio mito, sobre el que no le es dado reflexionar acabadamente, y remedando su ilusión fundadora, parodia de sí misma, se torna “antipopulista” para no verse en el espejo derivativo de los varios reaccionarismos mundiales. He allí la cuestión “destituyente”. No que haya golpe, pero es imposible negar que hay un movimiento generalizado de degradación y arrasamiento de la voz pública, de naturaleza implícita, no registrada en la superficie de los enunciados sino en el coletazo semántico que le sigue como injuria –ver la modalidad habitual del “comentario participativo” en los diarios, en su edición electrónica, sustituyendo la vieja carta de lectores firmada por un campeonato descalificador, emitiendo botellazos y escupidas de a miles–, que no es una mera oposición, sino una acción basada en el detritus del lenguaje, en construcciones anónimas, advertencias profetizantes que mencionan la sangre para decir, obvio, que no se la quiere, en fin, la extenuación última del lenguaje político común, antesala de la corrosión de la institución pública. Para decir todo eso se puede invocar al liberalismo o a Hannah Arendt. Para los vertiginosos lectores de solapa, tanto da.

Bueno, Tito, me despido, agradeciendo tu carta. La polémica, si atinada, hace revivir a los escritos. Tenés razón en molestarte por el énfasis “legendario” que tienen ciertos pensamientos políticos. Por ejemplo, leo en el diario que Kirchner en San Juan habló, para atacar a la oposición, de una “nueva Unión Democrática”. Ya sé: no supo sustraer el voluntarismo, el populismo, la mitología, el chicanerismo, el laclauismo, el significantevacioísmo, el avivatoísmo –como quien esgrimiría una cuestión de derechos humanos para hacer pasar la bala del tren y tantas cosas más–. Pero pensá que, si en lugar de esas rápidas acuarelas emanadas de una grave situación cuya descripción nueva no es fácil para nadie, si tuviéramos tu lenguaje despojado, sustraído, robado de toda historicidad, nos tendríamos que despedir de la pasión intrínseca al pensamiento político, que supone una explicación inmediata tomada del bastidor antiguo y la esperanza de restituirla luego de un modo más singular, redescribiendo más sugerentemente las contraposiciones reales, pero ahora sin perder la pepita de oro de la vida política y de la vida en general, es decir, “la alegría que se escapa entrelíneas”. No te gusta eso, pero voy a contribuir un poco a sacarte de tu ilusión liberal –aunque ciertos aspectos de ese “método”, ya dije, no me disgustan–. En tu carta, para decir que nos concedés un argumento, empleás la expresión “puedo darles de barato”. Me gustó. Tu estadía en Brasil. Y la mía. Este modismo, que no hay por qué no usar en nuestra lengua habitual, pues es común aunque acá en desuso, me recordó el destino de nuestros textos. En ellos sí no somos los liberales de la sustracción de lo que por descuido o elegancia –lo que es casi lo mismo– se cuela en nuestra vida de los tramos anteriores ya vividos. Los arrastramos sin desprendernos de ellos, son como nuestra condenable “unión democrática”, y resurge en entrelíneas, se nos escapa, revelando que podemos ser liberales en el método e iliberales cuando balbuceamos en temas de la razón histórica. Eso, Tito, te lo doy de barato, o sea, te lo cedo sin más, ni importa por qué, de amigo nomás.

* Sociólogo (UBA), director de la Biblioteca Nacional.


viernes, 16 de mayo de 2008

Los excluidos de las ganancias

A rio revuelto... ganancia de lasojeras

OPINAN DOS INVESTIGADORES
EL LOCKOUT AGROPECUARIO Y LOS RUMORES EN LA CITY

En río revuelto, ganancia de sojeros

El conflicto con un sector del campo, que es fundamentalmente por las retenciones a la soja, ha derivado en confusiones y ocultamiento de la situación del sector agropecuario. Montadas sobre esta crisis, se lanzaron versiones para alimentar el pánico financiero.


Por José Pierri *

No hay que agradecer tanto

Se debe relativizar un argumento repetido en los últimos tiempos acerca de que debemos “dar gracias al campo”. Desde ya que en términos generales debemos agradecer a todo aquel que realiza una tarea productiva y/o laboral en el país: en la industria, en la recolección de residuos, en la reparación de maquinarias, etcétera. Pero no andamos por ahí dándoles gracias a cada momento al conductor del ómnibus ni al camionero, al albañil o los petroleros, ni a todos los que de alguna manera trabajan en una sociedad. Hoy todos dependemos de todos y sin ese trabajo social sería imposible la producción y exportaciones del sector sojero.

Debe imponerse un poco de claridad y racionalidad en un debate en que muchos emiten opiniones sin demasiados fundamentos y vierten opiniones apocalípticas sobre la situación del país cuando éste se ha recuperado de manera sensible a solo seis años de haber atravesado la peor crisis de la historia argentina. Se entiende el análisis parcial vertido por los integrantes del sector interesado, pero son incomprensibles en algunos políticos de derecha, centro o izquierda. Parece que la confusión es generalizada. Así por ejemplo se destaca y critica el avance de la inflación y acto seguido los mismos piden medidas para el campo que significarían un avance aún mayor del proceso inflacionario.

El paro agropecuario comenzó cuando se anunciaron las retenciones móviles a las exportaciones de soja y una rebaja mínima a las de maíz y trigo. Se agregaron luego otras problemáticas, que deben ser estudiadas para ver la justeza del reclamo en algunos casos. Debemos subrayar que el conflicto gira en torno de la soja; no de otras producciones agrarias ni particulariza sobre la situación de miles de explotaciones medianas o pequeñas de zonas extrapampeanas, que presumiblemente sí son las más afectadas en la actual situación.

Otra realidad incuestionable es que no se encuentra en la historia de nuestro país y dudo que en la historia mundial una modalidad de lockout empresario de la extensión en tiempo y la gravedad de la modalidad de protesta que la que protagonizan las entidades del agro pampeano en una época de mejoramiento de la rentabilidad y cuando se puso fin a los remates de campos de productores endeudados propio de los años de la Convertibilidad, cuando desaparecieron decenas de miles de explotaciones. En ese sentido y en relación al presunto “aguante” declamado por las entidades del agro, parece que el mismo era mucho más débil cuando la política liberal despoblaba el campo y liberaba las tasas del crédito bancario y se disolvían la Junta Nacional de Granos, la Junta Nacional de Carnes y otras entidades que durante décadas subsidiaron/ayudaron al sector, medidas que sólo motivaron protestas mucho más débiles que las actuales.

El cultivo de soja batió sucesivos records de producción y exportación, independientemente del gobierno de turno: dictadura militar, presidencias de Alfonsín, Menem, De la Rúa, Duhalde y Kirchner. El motor del crecimiento continuo fue el cambio en el mercado mundial de la soja, monopolizado hasta los ‘70 por los Estados Unidos y en el que hoy aparecen como nuevos principales importadores China, India, Pakistán, Irán, Bangladesh. Cuando el negocio tomó escala planetaria en los ’90, un pequeño grupo de grandes plantas aceiteras controló oligopólicamente el negocio, desplazando a empresas nacionales y cooperativas como FACA, ACA, Aceitera Chabás. Hoy cinco empresas –Cargill, Bunge, Aceitera General Deheza, Dreyfus y Vicentin– controlan el 80 por ciento de las exportaciones de aceite y harina de soja y junto con un puñado de otras grandes empresas internacionales controlan más del 90 por ciento de las exportaciones de grano del cultivo.

El tenor de las opiniones de muchos de los que participan del debate ofende a la inteligencia y a la cordura. Para aclarar el debate sobre la soja y el problema agrario no se lo debe confundir con las opiniones generales sobre el Gobierno, como suelen hacerlo muchos reclamantes y/o opinantes. La mezcla de temas produce confusión. Indudablemente las políticas económica y social del Gobierno deben o pueden ser censuradas y/o enfrentadas (tren bala, necesidad de una política más activa de distribución del ingreso), pero utilizar, sin un análisis previo, el conflicto agrario con el fin de lograr acumulación de fuerza política parece alejarnos de la racionalidad.

* Investigador, Centro Interdisciplinario de Estudios Agrarios, FCE/UBA.

Por Ricardo Aronskind *

Sujetos y objetos

Hace más de tres semanas que una poderosa ola de rumores se abate sobre sectores de las capas medias con cierto poder adquisitivo. Entre los “datos” que circulan, figuran una posible devaluación de la moneda, la imposición de un nuevo “corralito” a los depósitos bancarios, la incautación de cuentas y cajas de seguridad y otras tantas medidas que remiten tanto a episodios ocurridos como no ocurridos –pero reiteradamente “rumoreados”– en anteriores crisis. Esos relatos alarmistas no tienen base en ninguna realidad objetiva. No existe el menor atisbo de emergencia en las cuentas públicas, en el sistema financiero o en el sector externo. Sin embargo, han generado cierto pánico en sectores profesionales, comerciantes y empresarios, saturados por las “informaciones confidenciales” que circulan. En estado de angustia, toman medidas preventivas frente a acontecimientos que no están por ocurrir, en base a traumáticas situaciones del pasado, que dan verosimilitud a cualquier relato, ya que en Argentina todo puede ocurrir.

En la debacle económica de 2001, fueron objeto de grosera manipulación mediática a través del famoso índice de “riesgo país”, que los llevaba a apoyar las medidas reclamadas por los sectores financieros dominantes, pero nada se aprendió de esa experiencia. Lo notable es que estos sectores, supuestamente los más cultos e informados, son objetos de la economía, y no sujetos. Actúan, pero no para apuntalar sus intereses, sino contra los mismos. Son empujados a desestabilizar al sistema financiero, cuando supuestamente están interesados en su normal desenvolvimiento. Los que realmente tienen un rol activo son quienes producen y esparcen rumores para buscar efectos económicos y políticos desestabilizadores. Quienes corren de un lado al otro en estado de pánico son receptores pasivos de iniciativas que se generan en otra parte del entramado económico. Son instrumentos de un juego más amplio, que ni siquiera descubren.

Algo similar –aunque más complejo debido a la diversidad de actores que juegan– ocurre en el continuado conflicto con los propietarios agrarios.

El núcleo del conflicto fue –y es– la subsistencia de las retenciones móviles. Si el Gobierno ya las hubiera eliminado, este conflicto formaría parte del pasado. Fue exclusivamente ese punto de la “agenda agropecuaria” la que impidió un “final feliz” a la negociación reciente. Quienes luchan en contra de las retenciones móviles, con la expectativa de embolsar cientos de millones de dólares adicionales, son los verdaderos sujetos de la economía. Consideran que las extraordinarias ganancias a futuro, cuando la soja esté, por ejemplo, a 800 dólares la tonelada, les pertenecen a ellos, y a nadie más.

Sin embargo, hay muchísimos otros protagonistas del conflicto que no son sujetos activos, sino protagonistas pasivos de un libreto que no escriben, pero al que le agregan, subjetivamente, sus propias fantasías sobre el sentido de la pugna en la que están embarcados. La verdadera pelea, por una masa de riqueza potencial futura, ha sido embellecida por cosas tales como “la situación de los pequeños productores”, “el federalismo”, “la reivindicación de los que producen frente a los políticos corruptos”, “el entramado agroindustrial del interior”, “el nacimiento de un nuevo país productivo” y otras tantas imaginerías que sirven para que sectores mucho más amplios participen en la contienda. Una minoría entiende de qué se trata, define los ritmos y la intensidad de la pelea y va logrando adhesiones crecientes, basadas en las quimeras que cada nuevo “protagonista” le agrega al asunto.

Se crean climas de “desasosiego” en el interior, caen inversiones y ventas, no por un hecho objetivo (no se perdió la cosecha, no se derrumbó el mercado mundial), sino por el fingido de- saliento sojero frente a esos millones futuros que se le escurrirían si no se logra el “triunfo”. Los sujetos de esta historia lograron transmutar una reivindicación de un sector próspero de la sociedad en una gesta nacional refundadora. Nuevamente, sectores supuestamente “protagonistas” son objetos de una estrategia ajena, en la que finalmente terminarán perdiendo.

* Investigador-docente de la UNGS-UBA

lunes, 12 de mayo de 2008

Gombrowicz , y el pensamiento incómodo


Germán Garcia al rescate de Witold Gombrowicz

Noticias de un extranjero lúcido

El escritor y psicoanalista partió del texto Contra los poetas para dar cuenta del espíritu provocador del autor polaco, que supo quebrantar diversas mistificaciones de la literatura argentina. Al final, ni Borges se salvó.


Por Silvina Friera

A confesión de partes, relevo de pruebas. “Gombrowicz me cambió el humor. Cuando me encontré con sus libros, me tenía que bajar del colectivo porque no podía parar de reírme”, confesó el escritor y psicoanalista Germán García durante la conferencia “Contra los poetas” –panfleto publicado por el escritor polaco en la revista parisina Kultura en 1951– con la que inauguró el ciclo Pensamiento Incómodo, organizado por la Sociedad de Escritoras y Escritores de la Argentina (SEA). Fueron muchos los testigos que pudieron comprobar la filosa ironía del autor de la legendaria Nanina, novela que fue prohibida por la dictadura de Onganía. Y hasta más de uno opinó que este ataque contra los poetas conserva una vigencia asombrosa. Incómodo por lúcido y arrogante, Gombrowicz supo quebrantar algunas de nuestras más enclenques pero entronizadas mistificaciones. “Que me disculpen los poetas. Yo no los ataco para molestarlos y gustoso tributaré homenaje a los altos valores personales de muchos de ellos; sin embargo, ya se ha colmado el cáliz de sus pecados. Hay que abrir las ventanas de esta hermética casa y sacar sus habitantes al aire fresco, hay que sacudir la pesada, majestuosa y rígida forma que los abruma”, advirtió el autor de Ferdydurke hace más de medio siglo, aunque aún se puede sentir la frescura de la frase, como si estuviera escrita ayer nomás.

El escritor polaco vivió en la Argentina entre 1939 y 1963 y escribió algunas de sus obras fundamentales en la periferia de la cultura de Buenos Aires, que por aquellos años tenía como insignia la revista Sur, de Victoria Ocampo. García, a tono con el personaje Gombrowicz, demolió, de entrada, algunas mistificaciones que no comparte. “Es costumbre decir que todo lo que leímos fue gracias a Sur, pero no estoy de acuerdo –planteó–. No me cae muy bien esta afirmación porque siempre me pareció mezquina la política de Sur, que no publicó a Proust, a Joyce o a Sartre.” Cuando Gombrowicz dio la conferencia, originalmente titulada “Contra la poesía”, en la librería Fray Mocho en 1947, el escritor polaco “era una especie de Tristan Tzara, un dadaísta solitario”, según lo comparó García. “En Cosmos explica que por la repetición se llega a la mitología –precisó el escritor y psicoanalista–. Gombrowicz practica un estilo basado en la repetición, una traslación del humor chaplinesco a la literatura.”

Asumiendo su condición de forastero que carece de autoridad, Gombrowicz afirmó en esa conferencia que su castellano era un niño de pocos años que apenas sabía hablar. “No puedo hacer frases potentes, ni ágiles, ni distinguidas, ni finas, pero ¿quién sabe si esta dieta obligatoria no resultará buena para la salud? A veces me gustaría mandar a todos los escritores del mundo al extranjero, fuera de su propio idioma y fuera de todo ornamento y filigranas verbales, para comprobar qué quedará de ellos entonces”. A pesar de que admitía que su tesis podría parecer “desesperadamente infantil”, subrayaba “que los versos no gustan a casi nadie y que el mundo de la poesía versificada es un mundo ficticio y falsificado”. García aseguró que en ese castellano de niño el escritor encontró los elementos que le permitieron situar la poesía fuera de lo que llamará “el mundo profesional de los poetas”, mediante una apelación de vanguardia: “El poeta no toma como punto de partida la sensibilidad del hombre común sino la de otro poeta”. Para el escritor y psicoanalista, Gombrowicz instituyó así el polo de la vida y del hombre común para descolocar la empresa intrapoética. “¿Por qué no me gusta la poesía pura? –se preguntaba Gombrowicz–. Por las mismas razones por las cuales no me gusta el azúcar ‘pura’. El azúcar encanta cuando lo tomamos junto con el café, pero nadie se comería un plato de azúcar: sería ya demasiado.”

Gombrowicz cuestionaba la mistificación de la misión del poeta. “Ningún poeta es exclusivamente poeta, sino que en cada uno de ellos existe también el no poeta, el que ni canta ni ama el canto. Ser hombre es algo más amplio que ser poeta”. El escritor polaco recupera por momentos el tono de su novela Ferdydurke, donde una lógica es puesta en contacto con el absurdo mediante secuencias de paradojas. “Otro aspecto, igualmente comprometedor, es el de la cantidad de poetas, el exceso de vates. Una abundancia ultrademocrática que mina desde dentro la orgullosa y aristocrática fortaleza de la poesía.”

García abrió el juego para que participara el público. El escritor Mario Goloboff le preguntó si hubo algún contacto entre Macedonio Fernández y Gombrowicz, si percibía similitudes entre las propuestas literarias. “Macedonio tiene una veta mística que Gombrowicz no tiene –respondió García–. Hay una frase de Macedonio que se puede agregar al panfleto: ‘No soy lector de soniditos’, decía burlándose de la poesía.” Alguien del público mencionó otras revistas que coexistieron con Sur. “Nos encanta profetizar el pasado; cuando uno ganó, buscamos argumentos para decir por qué ganó. Es evidente que hubo una dispersión de publicaciones y siempre se hace un recorte con lo que quedó visible. La revista Contorno no tuvo ninguna importancia mientras existió, después la inventaron en la universidad porque los chicos tienen que hacer tesis”, bromeó el escritor y psicoanalista, al mismo tiempo que demolía, a lo Gombrowicz, otra de las mistificaciones más recientes de la cultura argentina.

“Era un tipo provocador, no era políticamente correcto”, señaló el autor de Nanina. “Hay una carta muy divertida que Gombrowicz le mandó a Gómez, en la que le decía: ‘No se metan con Sabato que es mi agencia de publicidad en Buenos Aires”. Acaso respondiendo al eco lejano del “maten a Borges”, frase que dijo el escritor polaco antes de subirse al barco que lo llevaría de regreso a Europa, la poeta Mirta Rosemberg subrayó que “Borges no es un poeta, no tiene cabeza de poeta”. Silencio, primero; segundos después, murmullos acompañados con cabezas que asienten y otras que niegan, y el sonido de una ambulancia que parecía que venía a auxiliar a la poeta. “No estoy hablando mal de Borges –aclaró–, pero si tengo que hablar de poesía argentina, no lo tomo a Borges como paradigma.” Al final, las copas de vino apaciguaron los pensamientos incómodos.

domingo, 11 de mayo de 2008

¿Corrientes sin Feria?


PÁLIDA PRESENCIA DE CORRIENTES
EN LA FERIA INTERNACIONAL DEL LIBRO DE BUENOS AIRES




Desde hace décadas nuestras administraciones culturales van cayendo (como el tango) "cuesta abajo en la rodada" y ya no hay nada ni nadie que parece frenar la caída. Se han sucedido funcionarios de toda laya y el reflejo de Corrientes en la Nación se hace cada vez más vago y pálido. La Feria del Libro de Buenos Aires nos guste o no es la máxima expresión del intercambio cultural a todo nivel para la Argentina, por la masiva convocatoria de público, por la procedencia de los visitantes, por la jerarquía de los eventos que colman las salas en cada edición.
¿Qué trajo Corrientes a la Feria? Nada, ni empezamos a ver queni siquiera contaba con un stand. Se me dirá "somos una provincia pobre", responderé ¿Acaso Jujuy es una potencia? ¿Lo es Santiago del estero? Envío como muestra los stands de varias provincias y entonces empieza a inquietarnos la pregunta. ¿Adónde va el dinero que anualmente se asigna a la participación de Corrientes en la Feria del Libro? ¿Se asigna a alguna escuela-rancho para su refacción? ¿A cuál? Invertir en una muestra cultural no es dinero perdido, demuestra claridad en el futuro que buscamos para nuestros creadores y para nuestra población. ¿Qué incentivo puede tener un autor/a de Corrientes para seguir creando en soledad si el Estado le niega hasta la posibilidad de tener una mesa de exhibición en la feria cultural más importante del país?
Como siempre, la respuesta la tienen los funcionarios. O no la tienen.

Alejandro Maciel, Buenos Aires, mayo 2008.

jueves, 1 de mayo de 2008

Premio literario de La Plata a una bellavistense


Centro de Residentes Correntinos del Gran La Plata
Calle 50 Nº 1629 entre 27 y 28 La Plata


LA PLATA,27 de Abril de 2008.

De nuestra mayor consideración:

Tenemos el agrado de dirigirnos a Usted con el objeto de comunicarle que en un hermoso evento realizado ayer en nuestra Sede Social, ante la presencia de numeroso público que siguió con suma atención el mismo, el Jurado dio a conocer el veredicto del Concurso Literarioque organizó esta Institución, con motivo de celebrar durante el corriente año,el 25º Aniversario de su fundación. Acto seguido se hizo la apertura de lossobres para develar a los ganadores.
El dictamen fue el siguiente:
Rubro Poesía
Primer premio: “Sapucay”. Autor: Domingo Omar Godoy, domiciliado en Itatí, Corrientes.
Segundo premio: “Los duendes del crepúsculo”.Autora: María Catalina Zini, domiciliada en Santa Lucía, Corrientes.
Tercer premio: “Cuatro cartas al tren”. Autor:Oscar Daniel Alegre, domiciliado en Estación Mantilla, provincia de Corrientes.
Mención de honor: “Yapeyú”. Autora: Marta Z.Daniel, de Yapeyú, Provincia de Corrientes.

Rubro cuento
Primer premio: “Viaje”. Autora: Nancy Alejandra Bianchetti, domiciliada en Bella Vista, Corrientes.
Segundo premio: “El héroe de Corrientes”. Autora:Rosa Mionis, domiciliada en Campana, Provincia de Buenos Aires.
Tercer premio: “Ante un hombre”. Autor: JoséAntonio Moreyra, domiciliado en Esquina, Corrientes.
Mención de honor: “El último tren”. Autor: Oscar Daniel Alegre, domiciliado en Estación Mantilla, provincia de Corrientes.


El jurado estuvo integrado por las siguientes personalidades:

Prof. Román Anselmo Vallejo (Presidente Honorario). Profesor de Lengua y Literatura. Poeta yprosista correntino, autor de diversas obras.

Prof. Pina Aprea.Profesora de Lengua y Literatura, egresada de la Universidad Nacionalde La Plata.


Eduardo Muriño.Escritor, ensayista. Miembro SADE La Plata.

Carlos Raúl Risso.Escritor costumbrista. Miembro de la Asociación Argentinade Escritores Tradicionalistas.

La entrega de los premios serealizará el sábado 24 de mayo a las 19:30 hs., en nuestra sede social de lacalle 50 Nº 1629 entre 27 y 28 de La Plata. Además las obrasganadoras (primer premio) se publicarán en la revista especial que se editaráen el mes de agosto próximo, con motivo del 25º aniversario de nuestraInstitución.
El Centro de ResidentesCorrentinos del Gran La Plata,felicita a los ganadores y agradece profundamente a todos los participantes porla confianza depositada en nuestra organización y por enaltecer con sus aporteslos festejos de la Institución. SiDios quiere convocaremos en el futuro para algún otro evento similar.
Sin otro particular saludamos a Usted muy atentamente.

Lic. Víctor Hugo Vallejos(Presidente)
Dante Juárez (Secretario)